Cuando Avery terminó su comida, dejó los cubiertos.

Tammy hizo lo mismo. “¡Avery, vamos! ¿Quieres ir de compras? Si quieres ir de compras, te acompañaré”.

Avery negó con la cabeza. “He comido demasiado. Tengo un poco de sueño”.

“Entonces, te llevaré de vuelta a casa”. Tammy tomó su bolso y se acercó a Avery para ayudarla a levantarse.

Avery reprimió su risa. “No tienes que ser tan cautelosa. Puedo caminar por mi cuenta”.

“¡Solo quiero abrazarte!”. Tammy tocó la barriga de Avery. “Sí que luce bastante grande. Llevas ropa holgada, así que no lo parece, pero cuando la toco, es evidente. Es como una enorme sandía”.

“Está claro que es una sandía pequeña”, respondió Avery.

“¿Has visto alguna vez una sandía pequeña tan enorme? Ay. Ya deberíamos poder ver la cara del bebé, ¿no?”, preguntó Tammy.

“Mjm. Los médicos me lo mostraron la última vez que estuve en Bridgedale”.

“¿A quién se parece el bebé?”.

Avery guardó silencio durante unos segundos antes de decir: “Se parece a sí mismo”.