Elena se dio cuenta de que había hablado de más y se detuvo abruptamente.
Gabriel la miró con ojos sombríos y le preguntó, pronunciando cada palabra con claridad:
—¿Fuiste tú quien ordenó a Diego matar a Isabella?
Elena negó rápidamente con la cabeza, todavía intentando defenderse:
—Yo no...
¡Pum!
Antes de que pudiera terminar la última palabra, Gabriel le asestó un puñetazo en la cara.
El golpe deformó el rostro de Elena.
Le hizo escupir sangre.
Gabriel entrecerró los ojos, como enloquecido, y comenzó a golpearla una y otra vez.
Minutos después, Elena cayó al suelo, incapaz de mantenerse en pie.
Pero los puños de Gabriel no se detenían.
Los invitados miraban a Gabriel fuera de sí, sin que nadie se atreviera a intervenir.
Solo cuando llegaron la policía y la ambulancia, Gabriel dejó de golpear a Elena.
Cuando Elena fue llevada en la ambulancia, su rostro era irreconocible, una masa sanguinolenta.
Rápidamente, la alegre celebración del primer mes se redujo a solo el llanto del bebé.
Tre