Él, un desperdicio que había agotado mucha energía de su cuerpo con vicios como el alcohol y el sexo, ¿de dónde sacaba el valor para desafiar a Valentín? Mantener a salvo a su familia era lo más importante en este momento; ¿quién sabía si el otro podría decidir matar a toda su familia por esto?
Simón miró a Pablo y después de un largo rato dijo: —Solo tienes que transferir el dinero a Macario.
—Sí, señor, — respondió Pablo muy temeroso.
Simón dijo con total indiferencia: —Puedes estar muy tranquilo, no soy tan despreciable como tu padre, no les haré daño a ustedes, vete.
—Muchas gracias, señor.
En lugar de entristecerse, Pablo se sintió bastante aliviado y se levantó apresurado para hacer una reverencia antes de irse.
En cuanto a esos cien mil millones, simplemente tenía que contactar a Macario.
—Ay, — suspiró Simón, diciendo: —Tú también vete, yo también tengo que irme de inmediato.
—Señor, en cuanto el dinero llegue a su cuenta, se lo transferiré enseguida, — dijo Macario.
Simón afir