Oscar se llevó una mano al rostro, con una expresión de miedo y arrepentimiento, y tartamudeó:
—Lo siento mucho, señor. No pensé que ese hombre pudiera sobrevivir. El Árbol Maldito tiene la capacidad de devorar todo a su alrededor, incluso el alma de los practicantes. Jamás habría imaginado que ese tipo, llamado Simón, lograra salir con vida de la mina.
Respirando profundamente para calmarse, Oscar pronuncio:
—Sin embargo, señor Samuel, puede estar tranquilo. Según lo que he escuchado, ese tal Simón ha aceptado ayudar a los habitantes del pueblo. Hoy mismo planea regresar a la mina de bronce el Fénix para enfrentarse al Árbol Maldito en su nombre.
Samuel soltó una sonrisa irónica y respondió con desprecio:
—¿Con su poder, enfrentarse al Árbol Maldito? ¡Es como caminar directo a su propia tumba! Esto no nos preocupa en lo absoluto. Solo tenemos que esperar un poco más, y el problema se resolverá por sí solo.
—Eso espero, señor Samuel. Bueno, me retiro ahora mismo.
—Ve, Oscar,— respondió