El beso de Ralph hizo que Hanny adoptara una pose, e incluso después de recuperar el sentido, no lo apartó. Quizás era lo que ella anhelaba: lo extrañaba intensamente y no deseaba nada más que estar con él.
En consecuencia, ella agradeció el beso de Ralph e incluso correspondió inclinándose para devolverle el beso.
Abrumado por la felicidad ante su respuesta, Ralph notó la ausencia de la aspereza y brutalidad que había encontrado antes. Esta vez sus besos fueron tímidos, parecidos a los de cualquier mujer. En un momento de alegría, olvidó todos sus miedos pasados, levantándola y presionándola contra el sofá.
Hannah sintió que le daba vueltas la cabeza; el beso no se parecía a nada que hubiera experimentado. Mientras Ralph había dejado de lado sus miedos, Hannah dejó de lado sus problemas, permitiéndole besar sus labios, cara y cuello, e incluso permitiendo sus manos debajo de su ropa.
Sin embargo, la realidad volvió y tan pronto como sus dedos tocaron su piel, Hannah lo apartó