Delincuente:
El carro de aquella mujer en lugar de facilitarnos las cosas y dejar que le demos un simple susto junto un pequeño asalto. Tenía que complicar todos nuestros planes intentado esquivarnos y hacerse la difícil. En este momento ella se encuentra al fondo de ese deslizadero, podemos irnos y dejar todo allí. Por desgracia el jefe exigió no lastimarla lo único necesario era asustarla.
—Larguémonos de aquí, ya vienen los curiosos. – Les doy las órdenes a mis hombres. Espero que el único castigo sea económico y no de otro tipo.
Le doy un timbrazo al jefe confirmándole nuestra acción. Trago salivo y me persigno, esperando que aquella mujer no esté muy lastimada o muerta porque la deuda que tendría que pagar sería muy alta por no decir mi vida.
Giancarlo: