51.
—No fui yo quien le arruinó la vida. Fue su madre al entregarla a ese tratante. Si lo piensas bien, yo la estoy ayudando.

—Espero que no te arrepientas de lo que piensas hacer.

—¿Por qué lo haría?

—Porque ella parece una buena persona. Podría sorprenderte.

Karim se mostró irritado por la conversación. No tenía paciencia para sentimentalismos. Si realmente Serena era la niña de la profecía, entonces su poder podía darle una ventaja inigualable. Fue a verla, decidido a llenar los vacíos que aún quedaban en su historia.

Esa noche, Karim se portó con inusitada amabilidad. Le ofreció comida y la ayudó a levantarse para tomar un baño caliente. Cuando la cargó hacia la tina, Serena estaba nerviosa, temiendo que se repitiera lo ocurrido la noche anterior. Pero en esta ocasión, él solo la ayudó a limpiar su cuerpo con cuidado y respeto.

Serena estaba confundida por la actitud de Karim, pero, de alguna manera, se sentía tranquila. Pensaba que tal vez él era sincero. Nuevamente, él la llevó a la
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