23. Eres hermosa...
—Lo entiendo, pero no tienes que fingir. Puedes ser tú misma. Ellos deben conocerte tal como eres —dijo Héctor, con tono afable.

—Pero eso no tiene sentido. Si así fuera, no tendría que ocultar mi rostro —dijo Serena, sinceramente confundida—. Lo lamento… no lo entiendo.

—Eso es necesario, por ahora —respondió Héctor con pesar, sin saber cómo explicarle la complejidad de la situación—. Ven, quiero presentarte a alguien.

La llevó hasta Arturo y los demás.

—Serena, él es Arturo, el mejor médico de la ciudad. Fue quien te atendió la noche en que llegamos.

—Un placer —dijo Serena con una ligera reverencia.

—El gusto es mío, Serena. Me alegra verte mucho mejor —respondió Arturo con una cálida sonrisa.

—Serena, Arturo tiene una propuesta para ayudarte: reunirse contigo todos los días para hablar de ciertos temas —explicó André, aunque su tono sonaba más a una orden que a una sugerencia.

—Escucha, Serena, esto es solo una opción —intervino Arturo con tacto—. Si tú quieres, puedo intentar ayud
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