5 Te siento

Alessandro clavo sus ojos al monitor cuando Victoria comenzó a bajar el cierre de su vestido, para luego dejarlo caer, sus pechos se mostraron tan blancos como el resto de su cuerpo, se notaba que la joven no salía de la mansión, dos botones rozados que se pusieron duros ante el aire frio recibido, provocaron que el hombre lamiera sus labios y bebiera un poco de vino, las bragas que llevaba la joven no eran nada sugerentes, pero la delicadeza con la que las retiro provoco que Santoro se moviera inquieto en el sillón, su pene creció de tamaño automáticamente cuando ella se agacho para terminar de retirar sus bragas, sin saberlo la joven estaba desfilando desnuda ente la vista de un depredador, Victoria recogió la ropa que estaba en el piso y camino por el amplio baño, hasta depositarla en el cesto de ropa sucia, dándole una vista única a Alessandro de su redondo trasero y luego de su muy bien depilada vagina, lo que lo llevo a pensar al mafioso que ella no era tan inocente como él creía, claro que no tenía modo de pensar que la joven fue arrastrada por sus hermanas a realizarse la depilación definitiva.

Alessandro presto atención a cada cosa que Victoria hizo, como olio cada pomo, para diferenciar el Shampoo del enjuagué, pero en especial el recorrido que realizo con la esponja por su cuerpo, era tal la atención que tenía en ella, que era como que podía sentir la piel sueva de la joven, sin pensarlo demasiado desabrocho su pantalón, lo bajo junto con sus bóxer y tomo su pene entre sus manos, la punta del mismo tenía unas gotas de líquido trasparente de lo excitado que estaba con aquella imagen, apretó el tronco y comenzó a subir y bajar, mientras observaba la imagen de Victoria cerrando sus exóticos ojos y llevando la cabeza hacia atrás, mientras pasaba la esponja por su cuello y luego la deslizaba a los pechos.

Un gruñido salió de sus labio cuando aumento la velocidad en el momento que la joven llevo la esponja hacia abajo pasándola por su abdomen y perdiéndola de vista unos momentos, estaba a punto de dejarse ir, cuando Vicky sumergió su cabeza, para retirar cualquier rastro de Shampoo, cuando emergió, sin perder tiempo, la inocente muchacha se levantó, para salir de la bañadera, quedando unos momentos de pie, mientras el agua corría por su cuerpo, levanto sus  manos tomo su cabello y escurrió el agua de este, mientras que Alessandro se corría en su mano de rodillas al monitor.

— Maledizione bellissimo angelo, devo assaggiarti — Alessandro no pudo evitar hablar en su lengua natal, lo que salió de sus labios, solo fue la sentencia de Victoria, maldición bello ángel, debo probarte.

Luego que el hombre se diera un baño rápido, salió en búsqueda de la joven, quien ya se encontraba vestida y estaba de pie en la ventana de su habitación, Alessandro simplemente abrió la puerta, él era el dueño de aquella finca, podía entrar a donde quisiera, Victoria no se movió de su lugar y al hombre le pareció de lo más ridículo aquella imagen, ella no podía ver, era ciega, entonces…

— ¿Qué rayos haces parada allí? ¿Eres la ciega o mis hombres se equivocaron? — Alessandro camino hasta su lado y siguió la dirección de sus ojos, los cuales parecían que miraban algo con atención.

— Tus hombres no se equivocaron, soy ciega, pero me gusta engañar a los idiotas como tú. — Santoro giro su rostro y la encontró sonriendo.

— ¿Idiota? — pregunto mientras se acercaba peligrosamente al rostro de Victoria.

— Disculpa, es un insulto que tengo arraigado para personas como tú, que se divierten recalcando las carencias de los demás, digo, por más que me repitas mil veces que soy ciega, es algo que no puedo cambiar, por lo que tu observación está de más. — la joven al sentir el aliento mentolado del hombre dio un paso atrás con disimulo.

— Me refería a que haces en la ventana.

— Observo, o mejor dicho siento, el sol, está anocheciendo, lo que me dio a entender que vendrías o enviarías a alguien por mí para la cena, a no ser que me quieras torturara dejándome morir de hambre.

— ¿Por eso no te sorprendiste cuando abrí la puerta sin tocar?

— Es así, además tus hombres…

— ¿Que? — Santoro volvió su vista a la ventana y encontró más hombres de los requeridos frente a ella.

— Les parezco bonita, se preguntan si dejaras que se diviertan conmigo, aunque yo prefiero pensar que Eros podrá liberar antes a tu amigo y si ese no llega a ser el caso, preferiría que cortaras mi cuerpo pedazo a pedazo y se lo enviaras por correo a mi hermano.

Alessandro miro sorprendido a la joven que comenzó a caminar por la habitación, como si la conociera de toda la vida, hasta que tomo el bastón blanco preparada para salir.

— ¿Te espero o solo bajo?

— Mientras estés aquí, puedes recorrer la casa, de todas formas, no podrás escapar. — rebatió seguro de sus palabras.

— Esa jamás sería una opción para mí, no llegaría a ningún lado. — Alessandro noto en su voz la molestia que eso le causaba. El no poder escapar, aunque tuviera la oportunidad.

Victoria bajo seguida de Alessandro, a esta altura el hombre no sabía si era por curiosidad o fetiche, pero no podía dejar de ver como se aclimataba una persona ciega a un lugar desconocido y con el estrés que era el estar cautiva, tomaron asiento en la mesa, cuando él le indico que lo hiciera a su derecha.

— Esperaremos un momento, mi hija está a punto de regresar. Y recuerda lo que te advertí.

— No lo olvide y ya te dije que no tienes nada que temer, soy una persona de palabra. —  y realmente lo era, todos los Zabet eran personas que cumplían su palabra, cueste lo que cueste.

— Debes decirme si eres alérgica a algo, mi gente no encontró mucha información de ti. — Eso le molestaba, Vicky lo noto en su voz.

— Nueces, cacahuate, almendras.  Aunque sea solo un poco y me veras morir asfixiada. — dijo tranquilamente.

— En caso de que la ingieras cuales serían los pasos que seguir.

— La inyección de epinefrina, solo en los hospitales las consigues. — antes que Alessandro dijera algo más, una pequeña voz lo interrumpió.

— ¡Papi! — la joven morena corrió a los brazos de su padre que rápidamente se levantó para recibirla. —Wou, ¿ella es mi muñeca? Es hermosa. — Victoria solo sonrió al lugar de donde provenía la voz. — Hola soy Estefanía.

—Hola, soy Victoria.

— Victoria, no me gusta, te llamaras Tiffany. — Alessandro bajo a su hija quien fue a su lugar mientras él esperaba a que su hermano llegara, siempre se quedaba coqueteando con las empleadas.

— Si no es mucho pedirte Estefanía, me gustaría conservar mi nombre, mis padres lo eligieron por una bonita razón, y cada vez que alguien lo pronuncia me siento especial. — Alessandro miro a Vicky, su suave voz, desde que llego ella había hablado de forma educada y tranquila, pero fría, sin embargo, el tono que usaba con su hija era dulce y cálido.

— ¿Por qué te llamaron así? — pregunto la niña con curiosidad.

— Porque mis ojos representan la victoria de ambos, mi madre tiene los ojos verdes y algunos de mis hermanos también, y mi padre los tiene azules, al igual que algunos de mis hermanos, pero los míos son la mezcla exacta de los dos.

— Pero tus ojos ya no sirven, eres ciega no puedes ver, mi papá me lo dijo.

— A mí no me sirven, pero si a mi familia, ellos dicen que mis ojos brillan como siempre, eso me hace feliz, que no reflejen la oscuridad en la que vivo. — A pesar de que Vicky tenía una sonrisa en los labios Estefanía se sintió triste por su nueva muñeca.

— No cambiare tu nombre, pero deberás usar vestido, a partir de mañana.

— Bien, como quieras.

— Y te peinare y te pintare y te…

— ¡¿Dónde está don gruñón?! — la voz de un hombre joven irrumpió en el comedor y Vicky giro en dirección a la entrada.

— Deja de gritar. — Lo regaño Alessandro, pero el joven no lo escucho, ni lo miro, sus ojos estaban clavados en la joven.

— No puede ser, ¡¿Victoria?! — en el momento que su hermano pronuncio el nombre de la joven cautiva, Alessandro supo que había problemas.

— Si, y ¿tú eres? — Victoria no podía recordar esa voz, y era muy raro, ella había agudizado su oído con el paso de los años.

— Es verdad, estas ciega.

Tanto Alessandro como Victoria distinguieron el sufrimiento y dolor en la voz del joven y cuando Vicky escucho los pasos dirigiéndose a ella, se levantó para quedar de pie al lado de la silla, lo que nunca imagino fue que el joven, aún desconocido para ella, se arrodillara a sus pies y la abrasara de la cintura, mientras agachaba la cabeza dejándola en su abdomen.

— Vicky… perdóname, por favor perdóname.

Alessandro se levantó de su lugar sin entender lo que le sucedía, su hermano era un joven que siempre se metía en problemas, pero sobre todo lleno de felicidad, jamás lo había visto llorar como lo estaba haciendo en ese  momento, hasta Estefanía se quedó muda de la impresión, mientras Victoria quiso consolar al joven, aun sin entender nada, hasta que paso su mano por el rostro del muchacho, tratando de limpiar sus lágrimas descubrió una cicatriz en su mejilla, tenía forma de media luna, y fue en ese momento donde Alessandro vio una gran sonrisa extenderse por el rostro de la joven.

— Demonio, no tengo nada que perdonarte, fue solo un accidente.

— Me recuerdas. — dijo maravillado Luis mientras se levantaba y tomaba las manos de la joven.

— Tu cicatriz, la acaricie tantas veces que es imposible olvidarla.

— ¡Es tu novia perdida! — La voz emocionada de Estefanía los hizo regresar al presente.

— No, claro que no, éramos compañeros de colegio. — se apresuró a decir Vicky.

— Si, ella era mi única amiga, la única que le permitía llamarme así.

— Tú eras mi demonio personal. — Los ojos de la joven se achicaron un poco de lo grande que era su sonrisa.

— Y tú eras mi ángel de luz, mi felicidad, durante todos estos años… siempre te sentí, como si estuvieras a mi lado, mi querida amiga. — Alessandro no le gustó nada la forma en como su joven hermano miraba a su cautiva, sus ojos brillaban demasiado. Estaba demasiado feliz, hasta él lo sintió.

— Mejor siéntate, la cena se enfriará si seguimos perdiendo tiempo. — la molestia era evidente y Victoria decidió obedecer de inmediato. — ¿Por qué le pides perdón? — fue lo segundo que el mayor dijo, una vez todos tomaron su lugar.

— Yo la deje ciega. — la voz de Luis fue un susurro cargado de culpa y pena. Y el asombro tomaba al mayor desprevenido.

— Fue un accidente Luis, le diste mal a la pelota, eras un niño, no tenía como saber el recorrido que haría.

— Siempre tuve la esperanza de que con las operaciones recuperarías la vista, yo… luego de ese año, le pedí a mi hermano que me permitiera regresar aquí.

— Lo siento, no sabía que aun te siguieras culpando, mis padres autorizaron tres operaciones, pero yo perdí las fuerzas en la segunda, por lo que cuando me quisieron convencerme de ir a Cuba y tratar una vez más me opuse, ya no tiene sentido, me acostumbre a vivir así, no quería que me siguieran viendo con pena, no la necesito, no soy débil. — mientras la joven hablaba sus manos ubicaron cada cubierto y con maravilla los presentes la vieron cortar su alimento y alimentarse sin problema alguno.

— Eso… creo que está bien, tú siempre fuiste la mejor de los niños dorados. — Luis no despegaba los ojos de Victoria.

— ¿Quiénes son los niños dorados? — la curiosidad de Estefanía salió a flote.

— Así nos llamaban en el colegio, a mis hermanos y a mí, por nuestro cabello.

— ¿Entonces ustedes eran los mejores amigos? — la curiosidad bailaba en cada palabra de la niña.

— Al principio no, Vicky era siempre el blanco de mis bromas y más de mi mal humor, por eso comenzó a decirme demonio. — las carcajadas del menor resonaron y como resultado Victoria también rio.

— Si es verdad, incluso una vez me golpeo.

— Oh Dios, no me lo recuerdes, aun me siento avergonzado, pero Ricky me dio mi merecido, él está enamorado de ti, aunque debo agradecer que me devolviera el golpe él y no Stefano.

— Si eso era antes. — cuando Vicky dejo de sonreír Luis sintió más curiosidad.

— ¿Antes?

— Ricky me beso en mi último cumpleaños, supongo que siempre fui su amor de niñez, ya sabes, cosas a cumplir, para su desgracia se le dio por hablar, ya sabes a él nunca se le dio bien el pensar, es solo músculos, cuando dijo que si no fuera ciega me pediría ser su novia Stefano lo golpeo, ya conoces a mi hermano.

— Me gustaría pensar que lo envió al hospital.

— ¿Lo dudas? Mis hermanos matarían a cualquiera que me dañe. — dejo salir la amenaza para que LA SOMBRA se diera por enterado que su fin llegaría tarde o temprano.

— Eso está bien, pero… ¿Qué haces aquí? — pasado el momento de shock y la alegría por verla, Luis cayo en la realidad y esa era ¿Qué hacía Victoria Zabet allí?

Capítulos gratis disponibles en la App >

Capítulos relacionados

Último capítulo