El almuerzo termino y luego que todos comieran su postre los más pequeños fueron llevados a dormir la siesta, por lo que por fin los adultos hablarían, nadie estaba seguro de nada, algunos sabían la verdad a medias, otros la suponían y el resto se negaba a creer toda esa locura.
— Bien hija, creo que es hora de que hables, sabes que no te juzgaremos.
Amir estaría con su hija siempre, sin importar nada y no era el hecho de que ella era la preferida, o que la quisieran más, todo se basaba en el sentir de padre, el amor incondicional, quien es padre sabe que el hijo preferido será aquel que es más débil o que este enfermo, ese que más ayuda necesite, era esa la razón por la que no solo Amir giraba alrededor de Victoria, pero esta joven jamás dejaba de sorprenderlos y hoy no sería la excepción.
— Mamá ya se los conto, me enamore de Alessandro,