Cesar agarró bruscamente las muñecas de Nebraska y las apartó del recipiente casi lleno envolviéndola rápidamente con una toalla para detener el sangrado. Había dejado de atenderla por unos momentos y está prácticamente se había desangrado cortándose también su otro miembro.
-¿Se puede saber que está haciendo, mi reina? Acaso no valora su vida-
-¿Es suficiente?- preguntó de forma suave.
César levantó la vista de las heridas y después miró el recipiente frunciendo el ceño.
-Sí, mi reina, creo que podemos arreglárnosla- le había dicho que necesitaría sangre mucha, pero nu