La mujer, al ver que Ana parecía molesta, pensó que estaba actuando con culpabilidad y habló con aire triunfante:
—Mira, ¿no te he desenmascarado y te sientes culpable? No puedes decir ni una palabra para rebatir...
Las palabras de la mujer fueron interrumpidas cuando Lucas se acercó fríamente y apretó fuertemente su mejilla.
La fuerza en la mano de Lucas no era ligera, y la mujer apretada sentía como si sus huesos fueran aplastados vivos, y no podía pronunciar una palabra.
La mirada de Lucas era helada.
—Si no quieres morir, cierra la boca, no quiero volver a escuchar ni una sola palabra desagradable de ti, o sabrás lo que es el infierno.
Dicho esto, Lucas soltó bruscamente su mano, y la mujer retrocedió tambaleándose dos pasos, cubriéndose la cara. En su piel pálida, aparecieron inmediatamente marcas rojas oscuras, que parecían impactantes a la vista.
Las personas a su alrededor, quienes pensaron que Lucas enfurecería y expulsaría a Ana al enterarse de esto, nunca esperaron que actua