Ana extendió su mano por costumbre, acariciando la cabeza de Lucas como solía hacer cuando calmaba a Javier para que durmiera.
Lucas cerró los ojos. Llevaba días agotado sin descansar adecuadamente. Con Ana a su lado, sintió una tranquilidad indescriptible y gradualmente comenzó a sentirse cansado.
Viendo que Lucas estaba a punto de quedarse dormido, Ana se quedó sentada pacientemente observándolo. Después de un rato, la respiración del hombre se estabilizó y poco a poco entró en un estado de sueño.
Sólo entonces Ana suspiró aliviada, cuidadosamente retiró su mano de Lucas y cubrió su cuerpo con una manta que tomó del lado.
Después de sentarse un rato más, Ana finalmente se levantó y se preparó para irse.
Había estado fuera de casa por un tiempo y si no regresaba pronto, su madre empezaría a sospechar.
Con esto en mente, Ana decidió no perder más tiempo y salió con cuidado de la habitación.
Una vez fuera, Ana vio a David esperando. Su expresión se volvió un poco tímida, como si h