Ana asintió con la cabeza, indicando que había entendido y se preparaba para levantarse de la cama, pero un dolor agudo la invadió, y casi se cae. El tatuador rápidamente la sostuvo.
—Voy a llamar a tu amiga.
Ana asintió de nuevo, y el tatuador llamó a Adelina.
Adelina observó a Ana con el rostro húmedo, sin saber si era sudor o lágrimas, pero su expresión parecía mucho más relajada.
En el corazón de Adelina también surgió una emoción incontenible. Aunque no sabía exactamente qué estaba pasando, si Ana se sentía feliz, entonces valía la pena. Ella apoyaría todas sus decisiones.
Ana se tomó un momento para acostumbrarse y pronto sintió que el dolor en la herida disminuía. Tal vez, después de haber sufrido tanto, ya se había acostumbrado a diferentes tipos de dolor. Así que, en ese momento, se sentía extrañamente aliviada, como si se hubiera liberado completamente de algo.
—Adelina, hace tiempo que no salimos. Vamos a comprar algo.
Ana miró hacia el brillante sol afuera. Había estado tan