Lucas llamó a Hugo, pero nadie respondió del otro lado. O bien, después de unos pocos tonos, la llamada fue cortada.
Inmediatamente, Lucas entendió que esto era una advertencia de Hugo, indicándole que debía ir y disculparse.
Lucas encontró todo esto muy absurdo. Desde el principio hasta el final, los que estaban equivocados eran ellos, la familia Hernández. Pero todos ellos eran iguales, nunca reconocían sus errores y siempre obligaban a los demás a someterse.
Sin embargo, Lucas no quería perder tiempo. Aunque podría enviar a alguien más para el rescate, ello consumiría mucho tiempo. Ahora, la salud de Ana es la prioridad, y él no puede permitirse demoras.
Lucas buscó al mayordomo y preguntó por la ubicación actual de Hugo, y acto seguido, se dirigió allí en su coche.
Al llegar, Lucas fue directo a la habitación del hospital. Pero, apenas abrió la puerta, una copa de vidrio voló directamente hacia él, golpeándole en el rostro.
Sin tiempo para esquivar, Lucas recibió el golpe de lleno,