Ana no esperaba que el malhechor fuera tan ágil; un escalofrío recorrió su espalda. Sin pensarlo dos veces, comenzó a gritar.
—Alguien ha entrado...
Antes de que Ana pudiera terminar su frase, Lucas rápidamente le tapó la boca. Si otros se despertaban y descubrían que era él quien andaba rondando a altas horas de la noche, ¿dónde quedaría su reputación?
Ana abrió los ojos de par en par, y justo cuando su miedo alcanzaba su punto álgido, escuchó la voz del hombre sobre su cabeza.
—No grites, soy yo, he vuelto.
Al reconocer la voz familiar, Ana se relajó y su corazón, que había estado latiendo furiosamente, empezó a tranquilizarse.
Sin embargo, una vez que desapareció el miedo, Ana empezó a sentirse claramente enojada.
"Pero ¿qué diablos ha pasado con él? ¿Se le ha ido la olla? ¿Qué hace aquí a estas horas de la noche?"
Ana intentó hablar, pero su boca estaba cubierta; solo pudo emitir sonidos sutiles. Extendió la mano para apartar la que Lucas tenía sobre su boca, indicándole que la sol