Isabel también se sobresaltó al ver a Teresa tendida en un charco de sangre.
—¡No fue intencional!
David recuperó sus sentidos al instante, se acercó a revisar la condición de Teresa. Ella estaba inconsciente, pálida y parecía que su vida pendía de un hilo. David no tenía tiempo para perder; sabía que cada segundo contaba, así que rápidamente levantó a Teresa y la subió al coche para llevarla al hospital.
—Espera, espera un momento, David. Pide a alguien más que la lleve, tú quédate y encárgate de todo aquí —interrumpió Isabel de repente.
Ella era consciente de que muchas personas habían visto su empujón a Teresa por las escaleras. Si alguien decidía utilizarlo en su contra, podría desatar un gran escándalo público que dañaría su reputación.
David frunció el ceño. En un momento en el que una vida estaba en peligro debido al error de Isabel, lo único en lo que ella podía pensar era en salvar su reputación.
—No te preocupes, alguien se encargará de esto. La vida de Teresa es lo más impor