~CHRISTIAN~
Me senté en el coche y encendí el motor, pero no pude salir inmediatamente. Mis manos temblaban en el volante, aún procesando lo que acababa de pasar allá arriba. La imagen del rostro de Zoey —devastado, en lágrimas, mirándome como si fuera un extraño— estaba grabada en mi mente.
Finalmente logré poner el coche en movimiento, manejando automáticamente por las calles de Río. No tenía un destino específico, solo necesitaba alejarme de ese apartamento, de esas botellas de vino, de esa tarjeta con las palabras que habían destruido mi noche perfecta.
El tráfico estaba relativamente tranquilo para un viernes por la noche, y me encontré manejando hacia el Hotel Milani, donde solía hospedarme cuando venía a Río. Era un reflejo automático: cuando las cosas se complicaban, me aislaba.
Pero conforme pasaban los minutos, una sensación incómoda comenzó a crecer en mi pecho. No era solo la rabia o la confusión que sentía antes. Era algo más profundo, más perturbador. Culpa.
Me detuve en