Capítulo 3

Arabella

Luego de que Franco me contara todo lo que pasó en su turno quedé algo pensativa. Una amenaza de ese nivel hay que buscarle solución, pues no me voy a quedar de brazos cruzados, tendré que hablar con mi hermano mayor Leonardo Duarte, el es capitán del Cuartel Especial Militar Italiana. Aunque yo me encuentre en España, él tiene contactos por toda Europa así que cuando me desocupe hablaré con él.

Estoy en mi consultorio con una paciente de tercera edad. Ella tuvo un accidente automovilístico y su mandíbula no quedó bien operada cuando la ingresaron de emergencia ese día. Después de ver su expediente médico le asigno la fecha de su nueva operación, la acompaño hasta el pasillo ya que voy a ir a la cafetería.

— Muchas gracias por lo que va hacer por mí — dice con una sonrisa — he ido a varios cirujanos y me han dicho que no hay una solución— me mira triste — pero cuando mi comadre te recomendó me ilusioné bastante.

— No tiene nada que agradecer — la miro con cariño — se que usted es una mujer muy fuerte y se va a recuperar de maravilla, tampoco tiene que preocuparse por el presupuesto de la operación.

— Es usted un ángel señorita Duarte — me sonríe — No tiene ni idea de lo agradecida que estoy, el tan solo pensar que va a pagar toda la operación me da mucha vergüenza — baja la mirada — No me alcanzaría lo que me queda de vida para recompensar todo lo que va a invertir en mí.

La señora Rebeca Suárez es una mujer de bajos recursos, cuando la atendí estaba muy ilusionada por la noticia que le había dado, pues claro que su mandíbula estaría en perfecto estado; para eso estoy yo para complacer a mis pacientes. Pero cuando le dije el presupuesto sus ojos se cristalizaron, no tenía con qué pagarlo. Yo vengo de una familia adinerada y cuando tengo la oportunidad de ayudar lo hago sin titubear.

— Señora Rebeca — le alzo con cuidado la barbilla — tiene que estar tranquila, esto yo lo hago de corazón no tiene que agradecerme absolutamente nada, váyase a su casa con mucho cuidado y nos vemos el miércoles para su operación, descanse lo que más pueda y tampoco se preocupe con la medicación del después de la operación yo me encargo.

— Muchas gracias — me abraza llorando — la quiero mucho.

— Y yo a usted preciosa.

Siento una mirada muy intensa puesta en mí, así que empiezo a buscar con los ojos a ver de quién se trata. Lo que no me esperaba era encontrarmelo otra vez, va vestido con un traje de color azul marino y una corbata roja.

¡Está para comérselo!

Es un hombre alto, pelinegro, un cuerpo muy trabajado, cabello sedoso, cara de chico malo, una hermosa sonrisa y unos ojos que te invitan a ir detrás de la tormenta. El se da cuenta que lo estoy mirando y el muy imbécil me guiña un ojo.

— Bueno me retiro, que pase una agradable tarde — se despide Rebeca

Estoy por continuar mi camino, cuando escucho que me llaman.

— Señorita Duarte, espere un momento — me grita el desconocido, por lo que me volteo para enfrentarlo— gracias — me dice al cabo de unos segundos.

— ¿Qué quiere?— indago con el ceño fruncido — ¿Me anda persiguiendo?

— Ya quisiera usted — ríe — solo quería saludarla

Me lo quedo viendo de arriba hacia abajo ¿en serio me gritó a mitad del pasillo solo para saludarme? Que estupidez.

— Pues ya me saludó, ahora me voy tengo cosas que hacer — le digo

— Oye espera un momento — me agarra de la muñeca, gesto que me eriza la piel pero me suelto al cabo de unos segundos — también quiero conocerte más y disculparme por el incidente de esta mañana.

— Te disculpo — lo miro fijamente — pero lo de conocernos no se va a poder, soy una mujer ocupada para estar desperdiciando con un desconocido.

Mis palabras parecen divertirle porque se echa una carcajada tan fuerte que las personas que están en el pasillo se voltean a vernos, IMBÉCIL.

— Akem Ivanov — me estrecha la mano — presidente de la Empresa Fármacos Industry International Ivanov.

Abro los ojos como platos, he escuchado mucho de esa empresa más no sabía quien la dirigía. Pero así como me sorprendí a la primera también cambio mi reacción a una burlona.

— Oh vaya que emoción acabo de conocer... — ironizo — al capullo más engreído de la tierra, me entero que para presentarse tienen que decir lo que han logrado en su patética vida — Ruedo los ojos — Mire no me haga perder mi tiempo, Adiós.

Me volteo y sigo con mi camino, los hombres de hoy en día creen que por decir todo lo que han hecho o diciendo la fortuna que tienen vamos a caer a sus pies, si el anda acostumbrado a eso conmigo no le funcionara.

[...]

Ya son las 22h y estoy cansada, Franco se ofreció a traerme a casa para no caminar sola a estas horas de la noche. Cuando llegué a mi ático me fuí directamente a mi recámara, me quité la ropa y me metí en el baño.

Espero que el agua se adapte a una temperatura cálida para meterme debajo de la lluvia artificial, agarro mi gel de baño y me aplico una cantidad moderada en la palma de mi mano, lentamente voy pasándolo por todo mi cuerpo hasta llegar a mis pezones. De repente siento calor y comienzo a tocarme los senos y para mi sorpresa están erectos.

Pasa una imagen por mi mente, es él con esa sonrisa torcida, mirada fría y misteriosa. Empiezo a pellizcarme un pezón y la otra mano va bajando poco a poco hasta llegar a mis labios vaginales. Adentro mi dedo corazón por mi cavidad y empiezo a moverlo con fuerza de adentro hacia afuera una y otra vez. Me imagino que es él quién tiene su dedo adentro, que me dice morbosidades al oído por lo que me meto un segundo dedo.

Siento mi respiración acelerarse, mi mano en ningún momento ha dejado de moverse con rapidez, me pellizco más fuerte el pezón y suelto un jadeo. Sigo imaginándome que él me folla con su mano y retuerce mi clítoris, no dejo de gemir como una posesa. De repente siento una contracción en mi vientre, aviso de que voy a llegar al clímax. Siento mi interior contraerse y continuó sin parar con el movimiento.

Me empiezan a temblar las piernas hasta que grito de satisfacción, mis fluidos van bajando por mis muslos. Abro la manilla para que salga agua fría y bajar este calentón que tengo. Al cabo de unos minutos ya siento mi respiración normal por lo que continúo con la ducha.

No voy a negar que fue fantástico, pero puedes estar con otro y divertirte mucho más. Arabella me recrimina mi mente.

A veces mi mente actúa de una manera muy extraña pero tiene razón cualquier hombre haría lo que fuera para follar conmigo.

Aunque ¿cómo sería follar con ese Dios Olimpo? De maravilla mi ciela, deja de pensar en tonterías.

Me río por mis ocurrencias pero si se me presenta la oportunidad no la voy a dejar pasar.

Capítulos gratis disponibles en la App >

Capítulos relacionados

Último capítulo