-¿Adónde vamos? ¿Acaso me vas a ofrecer en sacrifico? -pregunté para romper el largo lapso de silencio.
-¡Jaja! ¡No! No seas tonto. Es allá arriba, ese humo sale directamente del lago -se alegró.
-Ah, genial. Ahora otra pregunta, ¿no habrá más sorpresas ahí?
-Eh... creo que no, espero que no.
-Espero lo mismo -me inquieté yo.
Llegamos a la cima, hasta la orilla de un inmenso cráter que expulsaba el humo en gran cantidad. El hedor me obligó a usar una camisa de recambio c