Vargas se dio cuenta de que durante este tiempo, Fabiola a menudo se sentaba sola, absorta en sus pensamientos.
Al principio, pensó que Fabiola estaba reflexionando sobre algo. Pero en varias ocasiones, cuando llegaban a casa, ella no reaccionaba hasta que él se lo recordaba y finalmente bajaba del coche.
Fue entonces cuando Vargas se dio cuenta de que algo no iba bien con Fabiola.
Pero no se atrevía a contactar precipitadamente con Benedicto.
El incidente que casi los expone la última vez todavía lo atormentaba.
Fabiola aspiró con la nariz: —No es nada.
Vargas estaba a punto de seguir preguntando, pero Fabiola cambió el tema: —Por cierto, ¿cómo te llevaste con Natalia mientras no estaba en el país?
Al mencionar a Natalia, una sonrisa incómoda cruzó el rostro de Vargas: —Muy bien, y además, sus habilidades para cocinar son de primera clase. Engordé durante ese tiempo.
Fabiola sonrió, como una flor floreciente y vibrante: —Eso es genial.
Vargas estaba confundido, pero Fabiola ya había s