Belinda al salir de la casa comenzó a llamar a Dante, sus manos temblaban y no podía parar de llorar, Dante no contestaba, cuando comenzó a escribirle un mensaje la llamó.
—Que pasó monjita, que me cuentas.
—Dante, gracias a Dios, debo hablar contigo, es que metí la pata en grande.
— ¿Qué te pasó angelito, estás llorando?
—Es que Brenda vio en mi teléfono cuando contestaste el mensaje y me dijo que yo no existía para ella, y yo… ay Dios mío… es que yo le dije… ay Dante perdón, quería salvarte y lo hice peor, metí la pata.
—Belinda ¿dónde estás?
—En casa de Elena.
—Escúchame bien, yo estoy en Caracas, hablamos en mi casa, espérame junto al hotel y luego me sigues…
—Está bien…
—Perdóname s