La hora del almuerzo para todos los empleados fue reducida a media hora. Mía salía y entraba con rollos de tela, el señor Fred era la calma y la paz.

La señora Pelton corría de un lado a otro mientras la amarga le gritaba. “Tráeme eso” “Llévate eso” “Busca lo otro” la señora Marga estaba en las bodegas haciendo el inventario, el señor Fred se quedaría al frente de la empresa por ocho días, Marga se iba durante una semana entera al exterior y al enterarse, esa mañana todos habían festejado y brindado con un espumoso café. Kimi sonreía mientras colocaba los adornos de los sombreros. Era un alivio llegar y no escuchar gritos, sermones y pedidos todo el santo día, no acomodaría la oficina más de cinco veces al día, tampoco llevaría y traería café, no pasaría media hora secando las hojas de las plantas, y lo mejor de todo era que no llevaría el perro a la peluquería, solo era cuestión de llamar y pasarían a recogerlo y lo devolverían en la tarde…era un verdadero oasis de paz.

En buen momen