Tobhías
Los chillidos emocionados de mi hijo sumban en mis oídos, pero solamente estoy centrado en la sonrosada boca de la preciosa mujer que tengo enfrente. Sus labios entreabiertos y sus ojos me observan nerviosa. Siento su dulce aliento entrar por mi nariz, y sé que está expectante a lo que voy a hacer. No dilato más la situación, me inclino directamente a por sus suaves labios.
Me envuelven con delicadeza pero algo delicado es lo que menos deseo, increíblemente mi cuerpo reacciona a su cercanía de una forma inexplicable. Chupo su labio inferior metiendo mi lengua y recorriendo toda su boca desde dentro.
Es tan placentero escucharla gemir con satifacción cuando mis manos aprietan su cintura, exigiendo más de ella. Y me lo da, porque siento que ya no está rígida como al principio, me sigue el juego de lenguas y lamidas.
Literarlmente me como su boca y cada segundo que pasa en el acto, me adentro más a un abismo del cuál no quiero salir. ¿Qué rayos es lo que provoca en mi esta mujer