52. No estoy jugando
˗ˏˋ Owen ˎˊ˗
La puerta del ascensor se cierra con un leve chasquido y, por un momento, todo el ruido a mi alrededor desaparece. Estoy perdido en mis pensamientos y con una sensación cálida que dejó el inesperado beso de Flavia en la comisura de mis labios. Una sonrisa involuntaria se esboza en mi rostro y me doy cuenta de que es la primera vez en mucho tiempo que me siento realmente feliz, como si algo finalmente estuviera encajando en su lugar.
No puedo evitar pensar en ella, en la forma en que me miró antes de salir y en la manera en que se acercó para acomodarme la corbata. Ese simple gesto, tan íntimo y tan suyo, me dejó claro lo que quiero y lo que no estoy dispuesto a perder. Flavia es la mujer que amo, la madre de mis hijos y no pienso permitir que nada ni nadie se interponga entre nosotros.
—No sabía que ibas a ser padre, Owen. —La voz de Miranda me saca bruscamente de mi ensoñación. Se pega más de la cuenta y su perfume, demasiado invasivo y dulzón, me da náuseas. Su mano sube