De inmediato, miro a mi alrededor y aunque sé que no puedo correr tan rápido como me gustaría, las ganas de terminar con todo de una vez por todas, hace que el dolor me importe poco y termine corriendo más rápido de lo que pensé.
— ¡Marcela! — grita Nick, cuando intento abrir la puerta del avión.Pero, subestimo la resistencia al dolor, porque cuando ejerzo fuerza con ambos brazos, la herida de mi brazo y el dolor en mis costillas, hacen que me queje del dolor, mientras Nick, me alcanza y me jala lejos de la puerta.— ¡Suéltame, Nick! — grito desesperada.— Espera un momento, Marcela. Piensa un poco, podrías morir si abres la puerta así.— Gracias por la aclaración, aunque es justamente lo que quiero, Nick.— Deja de decir tonterías y quédate tranquila o tendré que medicarte. — me advierte Nick.