Capítulo 95
Las luces de la habitación donde tenían a Jew se habían apagado y ahora solo iluminaba la habitación una pequeña luz mostaza de una mesita de noche.

Betsy estaba acurrucada en el sillón cerca de la cabecera de la cama. Sentía sus piernas entumecidas, pero no le importaba. Ella se sentía peor que sus piernas.

Lloraba a cántaros y sentía que había tocado fondo en esa situación. Había dejado de fingir que no le interesaba lo que el resto de personas le dijeran, porque, el haber recibido la visita de Hiz, le había destruido el poco amor que sentía por sí misma.

—Ay, soy una horrible persona —sollozó.

Observó a Jew dormir en la cama, con aquel tuvo que salía de la boca y las demás máquinas que estaban enchufadas a su cuerpo.

Se sintió tan culpable: era verdad, por su culpa él estaba en aquel estado.

Tomó una mano del joven y la llevó hasta sus labios.

—Perdóname, yo no pensé que decirte todo eso te iba a llevar a este estado —sollozó—. Perdón.

Cerró los ojos y dejó que rodaran las lágrimas
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