Capítulo 3 (Editado)

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Seis horas en semejante castigo…causado por huir porque me pareció violento. ¿Notan lo absurdo de la situación? Dom era una criatura compleja. Tenía sentimientos fuertes por él, estaba dispuesta a ver más allá de su violencia y falta de control. Aunque mis instintos dictaban que pusiera fin a todo, tenía la impresión de que no sería fácil.

Después de la cena la puerta se abrió y lo vi ahí. Me quedé muy quieta esperando que Dom dijera algo. Pero en lugar de hablar conmigo avanzó apretando los puños y mi reacción al verlo le afectó mucho. Presa del pánico bajé de la cama y me pegué a la pared mientras protegía mi rostro. Era como ver un pequeño ratón y en ese momento Dom se quebró. Cayó de rodillas a mi lado y comenzó a llorar. Bajé mis manos y solo me quedé mirándolo.

Luego de algunos segundos levantó la mirada y nos quedamos viendo algunos segundos. Abrió sus brazos y esperó, como aquel día en el callejón. No lo dudé y acepté su refugio. Me separé de él y besé su barbilla. Dom se quedó quieto. Aquello me animó a seguir. Llegué a sus labios y todo se nos fue de las manos. Me tomó en brazos y me sacó del lugar.

Mis piernas iban enrolladas en su cintura mientras mi cabeza se apoyaba en su hombro. Su corazón latía muy fuerte. Uno de sus brazos se aferraba a mi cintura, el otro en mi espalda Sé que Sebastián estaba cerca, pero no dijo nada...tampoco me importó.

La mano en su cintura empezó a descender, llevaba una pijama con un pequeño short de tela suave, por lo que cuando empezó a acariciarme no pude evitar gemir. Entramos a su habitación, cerró la puerta y me puso en la cama. Se colocó frente a mí y me miró intensamente. Ambos sabíamos que íbamos a llegar a esto, ambos lo esperábamos.

— ¿Segura?

—Lo estoy.

—Seré delicado...o trataré al menos.

¿Me iba a doler? Quizás pues nunca había estado con un hombre pero necesitaba estar con él, sentirlo dentro de mí. Empezó a besar todo mi cuerpo. Se posicionó sobre mí y empezó una especie de danza erótica, entraba poco a poco, dejaba que mi cuerpo se acostumbrara al suyo y de pronto la barrera que nos separaba desapareció.

En ese momento creí que moriría, dolía, pero fue paciente.

Unos segundos después empezó a moverse lentamente al tiempo que nos besábamos. Nunca hubo prisa...ni fuerza. Parecía contenerse pues su metro novela contra mi metro sesenta y cinco marcaba una gran diferencia. Y entonces exploté, segundos después se unía a mí y así, como uno solo nos quedamos mucho rato más.

Como aprendí con Dom, siempre después de hacer el amor, o de sexo salvaje, llenaba la tina. Amaba eso de él. Ya en el agua entró a enjabonarme. Me sentía bien, no para correr una maratón, pero con algo de energía para bañarle también. Sujeté la esponja, mi mirada juguetona no pasó desapercibida para Dom quien sujetó mi mano en una clara intención de detenerme.

— Gatita. Muy en contra de mi lado racional, acabo de hacerle el amor a una mujer virgen como si tuviera experiencia. Debes estar adolorida. Déjame lavarte.

— No quieres que te enjabone...quizás y entendería, te da repulsión verme cubierta de sangre.

— ¡Oh, Dios mío! Claudia, acabo que quitarte la virginidad. Tu sangre es un hermoso regalo que obtuve porque lo ofreciste y ni siquiera creas que no amaría tus manos sobre mi cuerpo. Pero...

— Eso es todo lo que necesito saber.

La tina de Dom.…bueno es hecha a su medida. Tiene chorros por todas partes y un desnivel increíble que me permitió hacer que se recostara. Abrí sus piernas y me puse frente a él. Sentada sobre mis rodillas. Mis pechos salían del agua y supe que era un amante de ellos. Sus ojos lujuriosos me miraban como si quisiera comerme.

Mis manos empezaron a frotar su pecho empecé a descender hasta llegar a donde quería y cuando lo toqué, un gruñido de animal salvaje salió de su pecho. Iba bien. Empecé un movimiento rítmico, era excitante ver su rostro, se lamía el labio y suspiraba... Luego me puse a horcajadas sobre él. Su amiguito pareció cobrar vida y aquello me encantó. Me hizo sentir poderosa. Sus manos sujetaron mi cintura mientras posiciona su miembro sobre mi entrada. Empezó a moverme, a guiarnos en un movimiento salvaje que nos hizo ver estrellas.

Sin dejarme, sin salir de mí, abrió el chorro y nos quitó algo de jabón. Lo suficiente para poder salir de la tina sin resbalar. Al abrir los ojos a la mañana siguiente encontré un vaso con jugo y una nota. Debíamos seguir la charla. Me di un baño y me robé una camisa de Dom.  No tenía ropa propia así que tocó usar eso. Había algo de mi ropa interior puesta en una silla, quizás una de las jóvenes del servicio. Llegué al despacho y tras llamar dos veces me indicaron que entrara. Dom volvía a verse distante, pero entendía que aquello era serio. Se puso de pie y se acercó a mí. Me dio un beso que ruborizaría a mi abuela y regresó a su lugar. Sebastián nos miraba divertido.

Pero Dom no, él estaba serio. MORTALMENTE SERIO

—Necesito que me responda cómo acabó lastimada de esa forma. Y aclaro que me siento allá al otro lado para mantener distancia. Si me quedo aquí acabaremos haciendo lo mismo que ayer.

— ¡Dominic! —bruto insensible—

—Lamento mi honestidad, ahora necesito la tuya. ¿Cómo acabaste así de lastimada?

Las náuseas, esas llegaron por miles. Me tambalee un poco. Sebastián llega primero a sujetarme y me ayuda a llegar al sillón. Dom se acerca sosteniendo una botella con alcohol de farmacia y me recuesta en el sillón.  Se llena del líquido las manos y las acerca a mi nariz. El mareo empieza a disiparse.

—Sé que el tema es difícil, pero necesito que me cuentes todo.

Dom está sentado frente a mí, en una mesa de madera situada frente al sillón. Su presencia es intimidante y es difícil pensar en decirle todo. Debo hacerlo pero es difícil. Ya nadie bromeaba, ambos me miraban fijamente. Sebastián apoyado contra la pared mirando fijamente a Dominic, me imaginé que trataba de medir si debía intervenir o no. Dom se había alejado y sostenía un vaso con coñac.

—Me tiraron contra la tapa de mi coche. Y me sujetaron la cabeza...luego golpearon la tapa una y otra vez.

— ¿Quién?

—Mi padre.

Dom arrojó el vaso contra la pared. ¡Vaya genio!

—Hay un traidor, papá va a venir por mí... me dijo...yo...creo que quiere matarme.

—Si viene sería estúpido, pero deseo que lo haga. Si soy capaz de matar a alguien que tan siquiera te mire mal, imagina lo que estoy dispuesto a hacerle. Necesito que me digas todo. Pero si sientes que te agobia...

—Necesitas saber la verdad, ir por tus padres y acabar con mi padre. Necesito que Sebastián vaya al auto en el que vine, en la cajuela está lo que necesito.

Mientras el susodicho iba por las cosas, Dom me puso sobre sus regazos. Me recosté contra su pecho y empecé a acariciarlo, metiendo mi mano dentro de su camisa. No me sentía para ir más allá que eso, pero pensé que Dom necesitaba algo que le relajara. ¡Era como un gato!

Pero un gato mafioso Jajaja. Casi parecía ronronear.

—Pequeña gatita salvaje, si no dejas de acariciarme nos meterás en problemas. Pienso recorrer cada centímetro de tu piel…de nuevo. Te veo con mi camisa y me encanta, pero sé que necesitas tus cosas. Más tarde iremos de compras.

Sebastián entró en ese momento. Traía la computadora, algunos folders y una llave maya.

—En esta llave maya están los códigos de acceso de mi padre. En un documento llamado Dom, no tiene clave. Fui recopilándolos estos meses. Les resumiré todo y ustedes después verificarán la información.

El espía dentro de tu grupo es el subjefe de seguridad, un sujeto Mackenna. Todo está ahí. Hay vídeos y audios. Mi padre tenía cámaras y micrófonos en toda la casa. Cada día en el que se reunió con alguien buscaba los audios y grabaciones y los guardaba.

Así podría chantajear a los hombres con los que hablaba. Pero al final él mismo cavó su tumba pues todo es evidencia clara en contra suya. Hace diez años, cuando tus padres desaparecieron, estaban luchando por hacerse de un territorio. Algo sobre venta de armas. Tú padre se negaba a hacerlo, así que a base de trampas le hizo creer que había un nuevo encargado de abastecer la zona de New York. Tú papá, muy listo, tenía una forma de asegurar la vida tuya, de tu mamá y la suya misma.

Cada negocio o acuerdo debía tener la firma de ellos dos.

Si alguien lo secuestraba, sin importar qué, tu mamá nunca firmaría. Eso garantizaba que nunca les asesinarían porque sin uno no tendrían al otro. Cuando eras muy niño no se preocuparon porque nadie nunca había tratado de adueñarse de sus territorios. El poder de tu padre parecía infinito. Y en caso de su desaparición o muerte, asumirías el control total. La única solución era conseguir que firmaran el documento donde le daban todo a él, pero ellos se negaban a firmar Por eso siguen vivos. Mi padre los llevó a una isla en el Pacífico, la ubicación está ahí en los documentos. Les abandonó allá, hay una casa y cada mes les llevan comida. Lo básico, pero al menos comida. No hay otras casas en la isla y ellos siguen ahí, aguantando. Siempre preguntan por ti, mi padre les dice que has muerto. Lo reitera cada vez que los ve. Tu papá dice entonces que nunca le dará nada. En caso de que ambos mueran y tú estuvieras muerto, todo pasa a una familia de la mafia ubicada en Washington. Tus papás cercaron toda oportunidad de que mi padre se deje lo que les pertenece.

Después de darles un poco más de detalles, me quedé acurrucada en el sillón. Mientras escuchaba a Annia, mi suegra suplicando por ver a su hijo, apelando a que su muerte era mentira me fue imposible no llorar. Sebastián fue a mi lado, me llevó en brazos a la habitación de Dom y me dio algunos tranquilizantes. Ya no supe más.

Al abrir los ojos a la mañana siguiente pude ver a Dominic. Se veía tenso...agotado. Era sencillo comprender que no había dormido mucho. Me miraba sin saber que decir y preferí adelantarme. Si iba a pedirme que me fuera debido a lo que hizo mi padre... moriría. Por eso mejor hablar primero.

—Dominic, me marcho esta misma tarde.

Por la mirada en su rostro, eso no era lo que esperaba escuchar. Pero su respuesta fue aún más desconcertante.

—Pero antes debes hacer algo.

Salió de la habitación y regresó con un cuchillo... Me hizo agarrarlo y lo puso directamente en su corazón. Dom presionaba con fuerza y la punta perforó la piel...había sangre. Empecé a gritarle...estaba fuera de sí.

—Suéltame por favor...

—Mátame de una vez... porque si me dejas eso es lo que harás.

Sebastián entró y logró alejar el cuchillo de las manos de Dominic. Luego salió de la habitación. Estaba temblando, este hombre había perdido la cabeza. Me levanté y Dom trató de sujetarme, pero igual seguí mi camino. Entré al baño y puse seguro en la puerta. Me metí con todo y ropa a la tina, abrí el chorro dejándolo en lo más frío y me senté debajo.

Dom empezó a tocar la puerta, me mantuve en silencio.

Dom seguía golpeando la puerta, me mantuve en silencio.

Dom tiró abajo la puerta, ¡vaya puerta de mierda!

Estaba sonriendo y yo...bueno estaba furiosa por verle así. Entonces agarré piedra que estaba en una especie de arreglo floral y se la tiré. El espejo se partió en varios trozos y ahí su rostro cambió. Comprendió que estaba realmente molesta.

—Gatita, no salgas de ahí hasta que regrese.

Sí como no... ¡Maldito bipolar!

Salió del baño a buscar la escoba y la pala. Por supuesto que no le hice caso. Para Dominic aquello de que yo quisiera irme era un juego, principalmente porque él no iba a permitirme marchar.  Sí, podría hacer vida normal, tener chófer e ir a donde quisiera, pero salir de su vida no. En el fondo sentía lo mismo pero mis suegros regresarían a casa y no podía causar desacuerdos entre ellos. Por eso debía salir de aquel lugar, hacerle entender que lo nuestro no podía ser.

Cuando regresó me encontró sentada en su cama. Sin decir una sola palabra me puso ropa seca y salió del cuarto. Poco después bajé a buscar mi bolso.

No había señales de Dom, sus hombres me miraban con pena, pero no me detuvieron.

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Un abrazo grande y nos vemos en el siguiente

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