Capítulo 30 Mala noche.
Sus manos sujetaban la delgada cadera, mientras su cuerpo se balanceaba y su lengua dibujaba círculos en esas pequeñas y rosadas tetillas, mientras sus oídos disfrutaban de los dulces gemidos, lo que provocó que su liberación alcanzara casi la cúspide.
— Renzo. — la voz de Huang llego de algún lado, mezclándose con el mejor sueño que estaba teniendo, y casi gimió al poder al fin liberarse. — Renzo. — sus ojos se abrieron, dándole paso al blanco techo y el sentir húmedo en su pelvis.
— No puede ser. — murmuro sintiendo la humedad, que le dejaba en claro que, con solo ese sueño con Huang, se había venido en su bóxer.
— Renzo.
— ¡Ya te escuché, Huang! — grito furioso de que todo aquello fuese solo un sueño, lo queria de nuevo bajo suyo, gimiendo sin sentido, mientras él devoraba su delgado y hermoso cuerpo.
— Tal parece que te levantas de mal humor luego de una noche de diversión. — rebatió Huang, ¿cuál diversión? Pensó Renzo.
— ¿Puede solo largarte así me aseo? — era ridículo no querer