Liliana miró a Ethan con la boca abierta, desconcertada. No sabía cómo lo había ofendido. "Señor Brown, yo..."
"¿No me expresé con claridad?", preguntó Ethan con gravedad.
A Liliana le temblaron las rodillas ante la peligrosa advertencia en su voz. Se apresuró a decir: «No, señor Brown. Solo vine a entregar los recuerdos, como me dijo Natasha».
"¿No te dieron una capacitación antes de empezar a trabajar?", replicó.
La sangre desapareció del rostro de Liliana al recordar la primera regla del manual del empleado:
A los empleados se les prohibió estrictamente participar en cualquier conducta que pudiera interpretarse como un soborno a sus superiores directos.
Pero ¿no debería Liliana ser una excepción a esa regla dada la relación de Natasha con Ethan? Seguramente, sus regalos no se interpretarían como un soborno.
Incluso mientras la discusión cruzaba por su mente, Liliana no se atrevió a decírselo a Ethan. Balbuceó: «Lo... lo siento, Sr. Brown. Esto no volverá a suceder, se lo prometo. P