Mientras avanzábamos, podía sentir la adrenalina disminuyendo, aunque el día aún no había terminado. Nicholas, a mi lado, parecía estar reprimiendo una sonrisa, como si supiera algo que yo no. Su silencio solo alimentaba mi curiosidad. Giré hacia él, arqueando una ceja con escepticismo.
- ¿Qué es lo que te causa tanta risa? le pregunté, observando su expresión.
- Es que, si meses atrás me hubieran dicho que el gran abogado Roberts, se enamoraría locamente de la mejor amiga de mi esposa y sobre todo la estaría defendiendo como un león a su leona, hubiera dicho que estaban locos -respondió Nicholas, riendo abiertamente ahora.
Una risa baja brotó de mis labios, y sentí cómo la tensión acumulada durante el día comenzaba a desvanecerse. Había sido un día largo, pero no podía evitar encontrar cierto consuelo en las palabras de Nicholas. Tenía razón; mi vida había dado un giro completo desde que Sarah apareció en ella. Lo que había comenzado como un acuerdo, una farsa para que ella no perdie