Alis miró a Taylor cuando salieron del boticario del hospital. Ambos estaban sucios, sudorosos y un poco quemados por el sol después de desenterrar tantas canastas de la preciosa hierba-flor para la pasta de quemado de energía. La máscara de Taylor también estaba desgastada y sucia, y sus uñas estaban negras por la excavación en el suelo.
- ¿Tienes sed?- ella preguntó.
Se encogió de hombros.
- Si, un poco.
Ella le sonrió y le dio un codazo.
- Vamos, tengo bebidas en mi casa.
Pronto llegaron a su apartamento y Taylor se quitó con cuidado sus sandalias con incrustaciones de suciedad. Él vaciló antes de caminar más allá de su entrada.
- Voy a esperar aquí.
Alis pasó su brazo por el suyo y lo tiró hacia adelante.
- No, entra. Olvídate de la suciedad, limpiaré mañana de todo