—¡Estás diciendo tonterías! —Ramón se puso rojo de ira, si su mano todavía estuviera intacta, ahora mismo le habría dado una bofetada a Cristóbal.
Luna y Fabián se miraron perplejos, también quedaron aturdidos por este espectáculo súbito.
Clara miró a Diego y le preguntó: —¿Qué pasa? ¿Es cierto lo que dice?
Diego se inclinó hacia su oído y le susurró: —Clari, yo también acabo de recibir la noticia. ¿Ves quién es esta persona?
Diego abrió una foto en su teléfono, en la que aparecía una mujer de unos treinta y tantos años, de figura esbelta.
Al ver el lunar bajo el ojo de la mujer, Clara la reconoció de inmediato.
—¡Es señorita Dalia!
A diferencia de la antigua fotografía en blanco y negro que había visto, esta era a color y de mejor calidad, aunque no llegaba al nivel de nitidez actual.
—Es ella.
Clara dijo emocionada: —¿Acaso has encontrado su paradero?
Diego miró la escena tensa en el centro. —Tal vez ellos puedan darnos respuestas.
Las palabras de Cristóbal hicieron que todos los pre