Clara pasó varios días relajados en la isla, disfrutando de la buena comida y el descanso, mejorando instantáneamente su calidad de vida.
Corría descalza por la playa con un cubo en la mano, ocasionalmente descubriendo uno o dos cangrejos en la arena y atrapándolos rápidamente con pinzas.
Mimi había pensado en ayudar, pero cuando saltó, descubrió que la arena estaba caliente, así que retiró sus garras.
Atrapó a varios cangrejos pequeños y los llevó hacia el área de los animales, volcándolos en el suelo y atrayendo la atención de las gallinas, patos y gansos.
Al ver esas vidas vivas, su estado de ánimo mejoró considerablemente.
De vuelta en su habitación, después de tomar una ducha y prepararse para comer, Clara recibió una llamada de Carlos: —Hermana Clara, ¿cómo estás?
—Estoy muy bien, disfrutando de la buena comida, bebida y sueño, y sin preocuparme por ser secuestrada.
—Eso es genial. Quería informarte que tío Suárez llegó sano y salvo a la isla. Acabo de hacerlo revisar por un médi