La familia Enríquez inició una gran búsqueda, lo que causó gran inquietud en todos. Pera estaba preocupada, pero Joaquín la tranquilizaba con dulzura. —Mientras te quedes en La familia Enríquez, nadie podrá hacerte daño.

—Joaquín, sé que ya has enviado a alguien a buscar el paradero de Mónica. ¿Qué harás si la encuentras?

Era lo que más deseaba Joaquín. Anteriormente, la familia Enríquez había sido el respaldo para Mónica, pero ahora que ya no contaba con esa protección, si Mónica caía en sus manos, estaría condenada.

Habían pasado varios días y, aunque el embarazo de Pera era algo que se iba a abortar, en las horas de silencio de la noche, Joaquín se abrazaba la cabeza con las manos, mezclando sentimientos de culpa, ira y deseos de venganza.

Pera conocía sus pensamientos, por lo que siempre se mostraba fuerte delante de los demás para no preocuparlo. Aunque ella era la víctima, se esforzaba en curar a todos.

Joaquín era como un demonio sumido en el fango, y Pera era la única luz que p