Capítulo 3

Capítulo 3: Sueño y Boda.

Connor Jones.

—No pueden asistir a la boda —repito sin mirarlos—. Dakota no los quiere presente en la ceremonia.  

Tras decir esas palabras todo en el estudio quedó en absoluto silencio, ninguno se atreve a romper la tensión que se ha formado y que de alguna manera provocó que mis nervios aumentaran.

Los minutos pasan lentamente y mi ansiedad no ayuda a que este tranquilo, todos permanecen en su lugar con la mirada perdida en un punto indefinido y cuando estoy por volver a hablar, Logan se acerca rápidamente hacia mi propinándome un golpe en la mejilla, lo cual ocasiona que pierda la estabilidad y caiga al piso. 

—¡Mierda, Connor! —Brama con cólera volviendo a acercarse a mí pero Joe se interpuso en su trayecto evitando su acción—. ¡¿Cómo puedes hacernos esta m****a?! ¡Somos tus malditos mejores amigos, hemos estado apoyándote desde hace cuatros malditos años! —sigue gritándome ignorando a Joe el cual impide por todos los medios que se abalance contra mí.

—Logan, cálmate —pide Leon colocando sus manos en los hombros del antes mencionado—. No resolverás nada cabreándote.

—Pero... —trata de replicar pero Harvey lo corta abruptamente.   

—Leon tiene razón, mantén la calma y evita que tu furia te ciegue —sugiere Harvey acercando su mano a los cabellos de Logan removiéndolos y haciendo que este bufe pero que sonriera calmadamente.

Pude percibir cómo los músculos de Logan se aflojan y que su furia se dispersa gracias a Leon y a Harvey, y por una parte también les agradezco que hayan evitado que Logan me golpee hasta dejarme inconsciente.

—¿Estás bien? —aprovecha de preguntarme Joe mientras mantienen ocupado a Logan.

—Sí Joe, estoy de maravilla, ¿no lo ves? —Ironizo mirándolo con una pequeña sonrisa.

—Me alegro mucho —me contesta burlonamente para después tenderme la mano prestándome su ayuda, la cual acepte sin objeción.

—Gracias —le agradezco al estar levantado y estable en mi lugar.

—No agradezcas para eso están los amigos —me dijo con una sonrisa sincera para después pasar a ver a los demás que nos miran de igual manera—. Ahora creo que debes aclararle las cosas a Logan antes que te vuelva a agredir —me aconseja colocando su mano en mi hombro trasmitiéndome confianza y apoyo.

Leon nos indica con una seña que tomemos asiento para comenzar las aclaraciones y los cuestionamientos que se que haya en esta conversación.

—¿Y bien? —Harvey fue el primero en romper la tensión tras haber tomado asiento.

—Bueno... —no sé cómo comenzar me siento presionado y nervioso.

—Sin rodeos Connor, se franco —ordena Leon viéndome fijamente demostrando siempre serenidad ante situaciones como esta.

Suspiro buscando las palabras adecuadas para explicar la situación sin que se sientan desconcertados o molestos.

Fui lo más preciso que pude ser. Les conté todo, pero fui directo. No oculté nada, no objeté nada, abrí paso a esos sentimientos de honestidad, miedo, y vergüenza por la situación. Sabía que siendo mi día tan especial y “esperado” para mí querría que las personas que siempre me han apoyado estén allí presentes.

Pero a veces las cosas no son como las planeamos.

Pude percatarme del tenso ambiente que ha domado la habitación y el sepulcral  silencio que la alberga, el cual sólo provoca que quiera irme de ese lugar y olvidar todo. Cuando estoy por llevar a cabo el último pensamiento siento una mano en mi hombro, por lo que sin yo poderlo evitar voltee con un poco de miedo que se refleja claramente en mis acciones.

—Tranquilo Connor, no te haré nada —aclara Logan mostrando una sonrisa sincera.    

—¿No están molesto? —les pregunto mirándolos perplejo.

—¿Por qué lo estaríamos? —me devuelve la pregunta Harvey mostrando una expresión confusa.

—Les acabo de decir que no estarán en mi boda —les recuerdo con decepción notable en mis palabras.

—Connor... —me llama Joe indicando que preste atención a lo que va a decir Leon.

—Connor, entendemos que Dakota no nos quiere en la boda pero también sabemos que tú no permitirías eso y le insistirás que necesitas a tus hermanos para ese momento de tu vida —declara sonriendo junto a los demás mostrando orgullo en su mirar.     

Sus miradas me produjeron un revoltijo en mi interior, ellos tienen la seguridad de que me enfrentare a Dakota para que ellos puedan asistir, pero claro está que no tengo la suficientemente fuerza de voluntad para contradecir a mi rubia.

—Chicos... —les murmuro pero noto que ninguno me presta atención se enfrascaron en una nueva conversación de cómo le diré a Dakota mi decisión.

Tras varios minutos en los que intento llamar su atención mi paciencia explota, es la primera vez que hablo molesto contra ellos o mejor dicho por no lograr mi objetivo desde el principio. 

 —¡No le voy a insistir a Dakota para que les permita asistir! —bramo con decisión y molestia en mi voz y expresión.

—¿Qué? —musita Joe mirándome perplejo.

—¡No puedo contradecir a Dakota porque no tengo fuerza de voluntad para decirle no! —continuo exclamando ignorando la perplejidad y decepción de cada uno.

—¡Si no puedes contradecir a "tu amada prometida" entonces ve con ella! —me grita Logan furioso, cerrando las manos soportando las ganas de agredirme otra vez. 

No menciono palabra alguna, sé que he cometido el error de preferir ser un cobarde al no decirle algo a mi rubia, que ser un valiente y discutir con ella provocando un conflicto que seguro complique la boda.

Me levanto del asiento para dirigirme hacia la salida pero antes de irme me volteo y miro a cada uno de los cuales solo me miran con desilusión y tristeza, exceptuando a Logan que muestra furia en toda sus facciones.

—Lo siento —me disculpo para después retomar mi camino pero me detuve al escuchar el grito de Logan el cual me desconcierta.

—¡Claro, disculpándote y huyendo de tus malditos problemas, eso es lo que sabes hacer Harris, huir de todo como un cobarde de m****a! —me acusa Logan con su furia patente en su rostro.

Suspiro pero no dije nada solo retomo mi camino saliendo del estudio para dirigirme al auto y devolverme a mi departamento, no me importa en este momento los viajes o los negocios, solo quiero estar en mi habitación y pensar que todo lo que ha pasado es un sueño.

Tras llegar al auto lo aborde sin mirar al chófer, el cual comprendió que no debe preguntar qué ha sucedido y solo procede a entrar en el puesto del conductor, y encender el motor para dirigirnos a mi destino.

En todo el camino mi mente reproduce la discusión que había tenido con los chicos, no puedo negar que tuvieran razón en lo que dijeron. Soy un cobarde por no poder insistir para que asistieran a la boda, soy un cobarde por disculparme en vez de resolver todo, soy un cobarde por huir de los problemas, soy un cobarde por tener miedo de contradecir a Dakota, soy un cobarde por no admitir que... ya creo no tener la seguridad de casarme.

El último pensamiento me deja perplejo y anonadado, no puedo sacarlo de mi cabeza y cuando lo intento vuelvo a aparecer recordándome que ahora dudo de casarme.

Estoy por tomar mi cabello con mis manos cuando escucho la voz del chófer interrumpiendo mi cadena de pensamientos desesperados. 

—Joven Connor, ¿se encuentra bien? —me pregunta mirándome preocupado. 

—Sí, ¿por qué no lo estaría? —afirmo tratando de sonar seguro pero fallando en el intento.

—Es que llevo llamándolo desde hace unos minutos para avisarle que hemos llegado pero se encontraba sumergido en sus pensamientos, que por su expresiones fueron pensamientos perturbadores —explica sonriéndome comprensivo.

Lo sigo mirando desconcertado porque se ha notado mi estado pero luego le devuelvo la sonrisa para después despedirme. Supe que él sabe que es lo que me tuvo en ese estado, no es necesario que le cuente, ha entendido que estoy al tanto de la situación.

Cuando bajo del vehículo me dirijo directamente a la entrada del edificio, no deseo estar en el ojo público, sólo ansío estar en mi habitación y olvidar todo lo que ha albergado este día.

Ya al encontrarme en la puerta de mi departamento, gire el pomo, abriendo la puerta que extrañamente se encuentra abierta. Dakota así este en el apartamento jamás lo dejaría abierto.

No preste mayor atención y me adentre para dirigirme al living en donde encuentro una nota de Dakota colocada en la mesa de centro.

Sin ningún cuidado la tomé y comienzo a leer su contenido quedando estupefacto.

 «Connor, tuve que salir, la agencia requiere mi presencia, es algo urgente no me esperes despierto».

Salgo de mis estupor para después suspirar cansinamente, este día me ha superado, deseo solo tocar mi cama y dormir por días, y tras ese pensamiento tentador deje que mi pies me guíen a mi habitación.  

Llegué a mi dormitorio abriéndome paso en el desorden que se encuentra en el sitio para después dejarme caer en la cama dejando que mi mente deje este mundo y comience a viajar al mundo de los sueños en los brazos de Morfeo.

(...)

Me encuentro en el altar mirando a todos los presentes que no dejan de hablar entre ellos conmocionados y felices del acontecimiento que pronto ocurriría en ese lugar.

Yo en realidad me encuentro con deseos de huir de este lugar e irme lejos, desaparecer de la vista de todos, mis nervios no ayudan a que me mantenga tranquilo solo ocasionan que lo que mi mente planea ansiara hacerlo.   

Sigo mirando a los invitados uno a uno, visualizo a mis padres y hermanas pero ningún rastro de los chicos lo cual me entristece de sobremanera, los demás son desconocidos, no deseo que mi boda sea de esta manera, anhele algo más familiar e íntimo.

Dejo mi cadena de pensamientos al escuchar la marcha nupcial, indicando que la novia ha llegado y hará su entrada triunfal. No despegué mi mirada en ningún momento de la entrada, espero ver a Dakota hermosa junto a su padre sonriéndole a este con dulzura para después pasarme a mirar a mí y regalarme ese brillo en sus ojos. 

Pero lo que presencio es algo muy distinto a lo que me imagino, Dakota hizo acto de presencia, si esta hermosa, pero no muestra ninguna sonrisa solo se mantiene del brazo de su padre caminando hacia el altar sin dirigirme la mirada en ningún momento.

Mis nervios comienzan a invadir mi cuerpo por cada paso que da Dakota y su padre, siento que esto es incorrecto que no debo casarme, que debo huir y arrepentirme de lo que hago.

Pienso en guiarme una vez por mis nervios pero percibo una mano en mi hombro, haciéndome voltear velozmente hacia su dueño, y al ver quien es me quedé impactado.

Harvey, Logan, Leon y Joe se encuentran a mi lado mirándome comprensivos y con una sonrisa de orgullo. 

Todo lo que siento o planeaba hacer se dispersa al verlos junto a mí, apoyándome en este gran momento de mi vida.

No obstante, lo que pasó a continuación desvanece las esperanza que me había albergado al verlos presentes. 

Sus miradas cambiaron a una de decepción cuando Dakota llega al altar y toma mi mano acercándome hacia ella.

—Connor, no te quiero cerca de ellos —me ordena Dakota mirándolos de manera seria.

—Pero son mis hermanos —le cuestiono decidido a defender a mis amigos-hermanos.

—Silencio Connor, no me contradigas —pide alejándome más de los chicos—. Es hora de continuar la boda.

Mi rostro refleja estupefacción, ¿desde cuándo la Dakota que amaba se comporta de esa manera tan controladora y fría?

Esperen he dicho que ¿Amaba? ¿Ya no la amo? Estoy confundido, tal vez, pero si lo estuviera porque ya no siento ese revoltijo en mi estomago cuando toma mi mano. ¡No sé que me ocurre!

Me sumerjo en mi mente pensado en cada momento en que lo paso junto a mi rubia y ya no siento la misma felicidad que antes, estoy claro que algo dentro de mí ha cambiado... dejo de pensar al escuchar las palabras del Sacerdote y sin poderlo evitar mis nervios son en aumento.

—¿Acepta usted Dakota Louise Milles a Connor Henry Jones como su legítimo esposo para amarlo, respetarlo, en la riqueza, en la pobreza, en la salud, en la enfermedad, hasta que lo muerte los separe? —pregunta mirándola sereno, no puedo creer que falta poco para estar casado, me produce un desagrado y estupefacción que no tardó en plasmarse en mi rostro.

—Sí, acepto —responde con una sonrisa que ocasiona que un escalofrío cruce mi cuerpo entero.

Siento como mi respiración se dificulta cuando el Sacerdote me mira y comienza a citar las palabras antes dichas de forma pausada.

—¿Y usted Connor Henry Jones aceptas a Dakota Louise Milles como su legítima esposa para amarla, respetarla, en la riqueza, en la pobreza, en la salud, en la enfermedad, hasta que lo muerte los separe? —me pregunta sin quitar su mirada de mí y esperando mi respuesta.

La ansiedad comienza a ocasionar efecto en mis actuar, mis manos se mueven involuntariamente de forma nerviosa, el oxígeno escasea en mis pulmones, mi transpiración desciende por mi cuello de forma lenta y tortuosa, tensé mi mandíbula y cierro mis ojos al no poder mantener en control mis emociones.

Escucho cómo el Sacerdote pide mi respuesta pero me niego a darla, no me encuentro seguro de dar la afirmativa, prefiero dar la negativa y salir lo más pronto que pueda del lugar, pero al abrir los ojos e intentar pronunciar una palabra escucho algo que rompe mi alma.

—Nos decepcionas, Connor —pronuncia Harvey mirándome con una sonrisa triste igual que los demás.

Sus palabras ocasionan que mi vista se nuble, sus miradas me oprimen el corazón y su lejanía hunde mi alma. De todo lo que pueden decir, esto es lo que no me espero.

Me encuentro absorto, hundido en mis pensamientos de angustia y desesperación, hasta que otra voz habla sacándome de mis pensamientos haciendo que sus palabras me frustren.

—Connor, responde a la pregunta del Sacerdote —murmura Dakota con enojo en sus palabras.

No pude pronunciar palabra alguna, solo quiero escapar y volver el tiempo atrás antes de este momento confuso, deseo estar rodeado de todos y reír de cualquier tontería que hiciéramos sin sentirme presionado o frustrado.

—Nos decepcionas, Connor —escucho que uno de los chicos vuelve a repetir, rompiéndome un poco más.

—Connor, responde a la pregunta del Sacerdote —repite Dakota con insistencia y mirándome con molestia.

Cierro mis ojos desesperados mientras escucho a los chicos y a Dakota repetir una y otra vez las mismas palabras, sin percatarse que mi auto control está llegando al límite.

Ya no lo soporto, y sin darle importancia a la reacción de los demás, grito lo que mi corazón pide que exprese.

—¡No quiero casarme contigo, Dakota! —al gritar esas palabras reaccione y quise abrir mis ojos pero me es imposible, he caído inconsciente por la explosión de mis emociones. 

(...)

Desperté exaltado con transpiración por todo mi cuerpo, temo que algo haya pasado después de mi desmayo y comienzo a inspeccionar el lugar para saber donde me encuentro. Para mi mayor sorpresa y alivio no me encuentro en la iglesia, ni en un hospital, solo me encuentro en mi habitación acostado en mi cama con los brazos a los lados y mi respiración agitada. 

No tardé mucho en darme cuenta que todo ha sido un sueño —o pesadilla por la opresión tan real que sentí en el transcurso del sueño—, pero eso solo reafirmo que ya no siento lo mismo por Dakota, que ya no deseo casarme con ella y continuar una vida juntos.

Pero... ¿cómo decirle que cancele lo que le llevó tiempo por organizar, lo que la emociona cada vez que lo menciona, lo que le da ese brillo en sus ojos al saber que su sueño se hará realidad?, solo de pensar la tristeza que la albergaría rompe mi corazón porque no quiero ser el causante de arruinar su sonrisa e ilusión.

Me sentiría culpable de hacerla soltar una sola lagrima solo por mi indecisión y por mi cobardía al no querer formar algo sólido y estable con ella, mi mente viaja a cada recuerdo, a cada risa, a cada felicidad, a cada dolor que pasé junto a mi Dakota, no puedo hacerle esto, tengo que tomar una decisión definitiva de la situación, y tras cada pregunta que se enuncia en mi mente solo una llamó mi atención por lo directa que se formula.

¿Seré capaz de decir que si y fingir un amor que estoy dejando de sentir cada día que pasa?, me lo pregunto una y otra vez, y está claro cuál es la respuesta.

(...)

La semana transcurre sin ningún contratiempo, no he visto a los chicos por el hecho de que no me siento lo suficientemente valiente para encararlos. Dakota la veo poco por la organización de la boda, lo cual me deja solo con mis pensamientos la mayoría del tiempo. 

Es el día de la boda, y me encuentro en una de las habitaciones de la iglesia arreglando los detalles finales de mi traje, junto a mí se encuentra mi padre que no menciona nada en ningún momento solo me mira con una mirada que demuestra el orgullo que siente.

Le devolví la mirada de fingida felicidad, para después suspirar y mirar mi reflejo en el espejo, mi cabello perfectamente peinado, mi traje sin ningún defecto, pero hay algo que falla y es mi falta de expresividad, no puedo demostrar algo que no siento en realidad porque mis ojos revelan la verdad que oculto tras una sonrisa. 

Cierro los ojos, preparando cómo responder a la pregunta con una seguridad que no siento, el nerviosismo no alberga este día mi ser, solo la seriedad fue acto de presencia, ni mi ansiedad haría que cambiara la decisión que ya he tomado.

—Es hora, hijo —avisa mi padre, levantándose de su asiento para acercarse a mí y colocar una de sus manos en mis hombros en forma de apoyo.

Solo asiento abriendo mis ojos para después voltear y mostrar una pequeña sonrisa a mi padre, la cual fue correspondida y a continuación emprendimos camino hacia la sala principal de la iglesia donde se lleva a cabo la boda.

No pienso en absolutamente nada en el camino, solo quiero llegar al altar y esperar a que el momento de la pregunta se avecine para contestarla.

Sin percatarme llegamos a la sala, mi padre me abrazó como apoyo para después dirigirse a donde mi madre y mis hermanas, la cuales me sonríen orgullosas. Le devolví la sonrisa para después ir al altar para esperar a Dakota, la cual no tardaría en llegar.

Tras unos minutos de espera la melodía de la entrada de la novia comienza a resonar en el lugar, haciendo que todos se levanten de su asiento para presenciar a la novia y su hermoso vestido.

Dakota hizo acto de presencia con su hermoso vestido blanco, pero hay una diferencia de esta Dakota y la de mi sueño, esta si sonríe sinceramente con una alegría y brillo en sus ojos inigualable, eso me hizo sonreír sinceramente por una vez en todo el rato que llevo en la iglesia.

Dakota y su padre comienzan a avanzar hacia el altar, mi rostro se mantiene apacible pero con una pequeña sonrisa para demostrar "felicidad".

Cuando llegan al altar su padre estrecha mi mano murmurando un cuídala para después retirarse a su puesto asignado al lado de su esposa, la cual suelta unas pequeñas lágrimas de alegría.

Solté un suspiro del cual nadie se percata para después tomar la mano de mi prometida y comenzar la ceremonia.

Los minutos transcurrieron con el discurso del Sacerdote sobre el amor, la fidelidad, la sinceridad y distintos temas que conllevan el matrimonio. Sus palabras hicieron que dudara un poco sobre mi decisión, mi decisión no alberga la sinceridad pero está claro que deseo la felicidad de Dakota ante todo y si de esta manera es feliz, ya no dudo nada.

—¿Acepta usted, Dakota Louise Milles a Connor Henry Jones, como su legítimo esposo para amarlo, respetarlo, en la riqueza, en la pobreza, en la salud, en la enfermedad, hasta que lo muerte los separe? —pregunta con una sonrisa agradable.

Me sorprendo un poco de que la pregunta llegue tan pronto, no sé cuánto tiempo he estado metido en mis pensamientos pero dejo de pensar para prestar atención a la respuesta de Dakota.

—Sí, acepto —responde con una sonrisa dulce y mirándome con amor.

—¿Y usted, Connor Henry Jones aceptas a Dakota Louise Milles, como su legítima esposa para amarla, respetarla, en la riqueza, en la pobreza, en la salud, en la enfermedad, hasta que lo muerte los separe? —me pregunta con la misma sonrisa pero esta vez mirándome a mí.

La pregunta que tanto espere ha llegado, miro a todos lo que se encuentran en el lugar detenidamente, todos esperan mi respuesta y sin duda se las daré. Después de examinar a todos pasé a mirar a Dakota que me mira nerviosa, se cómo se debe estar sintiendo en este preciso momento, que tu prometido tarde en responder es algo que ninguna novia quisiera, le sonrío para que se calme lo cual parece que funciona, y termino por ver al Sacerdote para darle mi respuesta definitiva.

—Acepto —respondo con seguridad, que en mis ojos no se refleja.

—Con el poder que me confiere los declaro marido y mujer, puede besar a la novia —declara mirándonos con parsimonia y una sonrisa. 

Tomo el rostro de mí, ahora esposa, para plantar un beso en sus rosados labios así dando por finalizado la ceremonia y la definitiva de que la unión perdure... ¿o no?

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