Doña Celestia respondió:
—También hemos investigado eso y no encontramos nada inusual.
Clara frunció el ceño y centró su atención nuevamente en el paciente, realizando una revisión exhaustiva. Sin embargo, la revisión no arrojó resultados.
Clara frunció el ceño y dijo:
—Por el momento, lo único que podemos hacer es aislarlo aquí. Aparte del personal médico, no debemos permitir que nadie más se acerque. Observaremos durante un tiempo más, y después de regresar a casa, investigaré más a fondo.
Doña Celestia asintió y dijo:
—De acuerdo.
Ambas salieron de la unidad de cuidados intensivos y se quitaron la ropa de protección.
En ese momento, una mujer de mediana edad se acercó repentinamente y agarró firmemente la muñeca de Clara. Tenía los ojos enrojecidos y su voz temblaba al preguntar:
—Doctora, ¿cómo está mi esposo? ¿Se ha despertado? ¿Tiene posibilidades de sobrevivir?
Clara le lanzó una mirada a la mujer y antes de que pudiera responder, doña Celestia intervino:
—Ella no