Solo entonces Zachary recordó su plan original. “De acuerdo”.
Su tono sonaba casual, pero aun así les dio a todos los presentes la sensación de que acababa de recordar la reunión.
Él dio un gran paso sobre sus largas y delgadas piernas y caminó hacia Lucas. “¿No vendrás conmigo?”.
Lucas miró a Charlotte, a quien Zachary había colocado inteligentemente frente a la puerta del dormitorio. “Segundo Amo, estaba teniendo un momento tan íntimo con Charlotte hace solo unos minutos… ¿De verdad va a dejarla de esta manera?”.
Mientras hablaba, Lucas sintió de repente un escalofrío que le recorrió la espalda, levantó la cabeza y como era de esperar, se topó con la mirada sombría de Zachary. Estaba tan asustado que casi se arrodilló en el lugar y le suplicó a Jesús su bendición.
La mirada indiferente de Zachary era algo con lo que tenía que lidiar a diario, y una mirada siempre había sido suficiente para asustarlo hasta la médula. ¿Él por qué lo fulminaría con la mirada tan aterrorizantemente