Alejandro escuchó el timbre de la puerta, pero no estaba de ánimos para recibir visitas ese día. Dejó que siguiera sonando, mientras se sumergía en sus pensamientos.
Entre sus papeles, Alejandro se sorprendió al encontrar un sobre con las fotografías que Camila llevó aquel día que lo confrontó por su relación con Ximena.Sacó una de las fotos y se quedó mirándola fijamente.Los rayos del sol se filtraban por la ventana, iluminando débilmente la habitación y resaltando los detalles de la fotografía en la mano de Alejandro.La expresión serena en el rostro de Ximena contrastaba con la tormenta de emociones que Alejandro sentía en su interior.—¿En verdad te he perdido para siempre? —murmuró, sus palabras eran un susurro en el silencio del despacho, mientras acariciaba con ternura la imagen de Ximena en la foto—. Perdóname, nunca debí haberte lastimado. No sabes cuánto me arrepiento.Una lágrima solitaria se deslizó por su mejilla,Ximena se encontraba agotada por la tensión que dominaba su día en la universidad. Cada hora en clase se volvía una lucha interna para mantener la concentración, mientras que el ambiente a su alrededor se cargaba de hostilidad.Incluso los profesores parecían mantenerse distantes, como si temieran involucrarse en el conflicto latente entre Ximena y Paulina.Mientras tanto, Paulina no desperdiciaba la oportunidad de sembrar la discordia entre las antiguas amistades de Ximena, riéndose y murmurando a sus espaldas con un grupo de chicas que la seguían como si fueran su séquito personal.Al finalizar la última clase del día, Ximena se apresuró a salir del salón, deseando escapar de la tensión que la rodeaba. Sin embargo, su escape fue bloqueado por la figura imponente de Paulina, quien la detuvo con una sonrisa en el rostro. A su alrededor, las amigas de Paulina se agruparon como si formaran una muralla contra Ximena, aumentando la sensación de intimidación.
—Tú no lo amas, Ximena. Tú aún me... —empezó Alejandro, pero sus palabras se vieron ahogadas por la frustración en la voz de Ximena.—¿Yo aún amarte a ti? Por favor, Alejandro, no me hagas reír. ¿Por qué me trajiste a tu casa? ¿Para hablar de tu gran amor por Xiomara? ¿Para decirme que solo fui tu amante y nunca llenaría los zapatos de esa mujer? ¿Para decirme que mi hijo era un bastardo y no merecía vivir con una madre como yo? ¿Para alegrarte de que no pueda tener más hijos y así no traer más personas como yo a este mundo? Todo el mundo me juzga sin saber realmente lo que siento —dijo Ximena, con frustración, mientras el viento agitaba su cabello y el sol del atardecer la perfilaba.Alejandro suspiró, sintiendo el peso de las palabras de Ximena, y la observó en silencio por un momento, sin saber qué decir.—Ximena, lo siento de verdad. Entremos y hablemos dentro de la casa —propuso Alejandro, intentando calmar la situación, con una mirada llena de angust
—Pues empieza, debo volver a casa. No quiero preocupar a Lucas —dijo Ximena, indicando que quería seguir escuchando.Alejandro asintió y comenzó a salir del sótano, con Ximena siguiéndolo de cerca. Juntos caminaron hacia la cocina.La casa ya había sido reparada en algunas áreas y estaba semi habitable. Alejandro solía venir de vez en cuando para darle mantenimiento, por lo que había comida en la nevera y agua potable.Una vez en la cocina, Alejandro se sentó en una silla y comenzó a contar la historia.—Xiomara y yo nos conocimos en la universidad, como te conté antes. Un día se me ocurrió llevarla a casa para que conociera a mis padres. Paulina la puso a prueba y la convenció de que se vistiera de una forma más sofisticada, aunque no era su estilo. A ella le encantaban los pantalones y odiaba los vestidos. Cuando estaba lista para conocer a mis padres, nos reunimos en la cocina para disfrutar de la comida.Alejandro continuó, recordando aquellos momentos con nostalgia.—Xiomara no t
—Bernardo... comenzó a desgarrar la ropa de Xiomara, dejándola completamente desnuda. Se quitó el cinturón y bajó sus pantalones. Se subió sobre ella y abusó de Xiomara. A pesar de mis súplicas y las de ella, él no se detuvo. La tomaba con fuerza. Xiomara dejó de gritar en cuestión de minutos. Solo se quedó en silencio mientras las lágrimas descendían por sus mejillas. No pude hacer nada por ella ni por mi hija. Bernardo le dio la vuelta y la aplastó, sin importarle su embarazo. Xiomara se desangró. Después de terminar con ella, se ajustó la ropa y comenzó a patearla. Luego, se acercó a mí y me desató. Dijo que me dejaría despedirme de Xiomara solo si lograba llegar a ella. Varios de los hombres de su grupo comenzaron a golpearme en la espalda con palos. Llegué arrastrándome hasta donde estaba Xiomara y la abracé. Su respiración era irregular y su mano subió a mi mejilla ligeramente. Dijo algo sin emitir palabras y su mano cayó con fuerza. Cerró los ojos para no abrirlos jamás. Ese dí
—Alejandro me confesó toda su historia con Xiomara, Paulina, y la búsqueda de venganza que emprendía. Me advirtió que estamos en peligro, especialmente por la obsesión de Paulina hacia él, y que podríamos correr peligro si nos acercamos a él. Pero el también quiere protegerme, Lucas, Alejandro ha dicho que me ama, y está arrepentido de todo lo que me hizo, pero yo ya me he enamorado de tí.Lucas frunció el ceño mientras asimilaba las palabras de Ximena.—Entiendo. Haré todo lo que esté a mi alcance para protegerte, Ximena. No permitiré que nada te suceda —pronunció Lucas con firmeza. —Ximema ¿En verdad ya no lo ama?Ximena asintió, agradecida por la promesa de protección de Lucas. Sin embargo, la preocupación aún se reflejaba en sus ojos.—Ya te dije que yo te amo a tí. ¿Qué planeas hacer al respecto? —preguntó Ximena, buscando una solución a la situación amenazante que enfrentaban.Ximena asintió con gratitud, sintiendo un poco de alivio al saber que contaba con el apoyo de Lucas. Ju
"Un Amor que desafía los límites" nos sumerge en un mundo turbulento, donde la pasión choca con los desafíos morales.Ximena, una joven de 18 años que regresa del extranjero, descubre que su madrastra, Camila, se ha casado con Alejandro, un atractivo y exitoso hombre de 30 años. Lo que ambos desconocen es que un dia atrás tuvieron un encuentro salvaje en una discoteca, sin saber que Ximena era la hija de Camila.Ante la verdad que surge, Ximena y Alejandro se enfrentan al dilema de que su amor es inapropiado y moralmente incorrecto. A pesar de esto, la atracción que sienten uno por el otro es irresistible. La intensidad de sus sentimientos los consume y se ven arrastrados hacia una pasión que los lleva al borde de sus deseos.Sin embargo, sus emociones se entrelazan con los obstáculos impuestos por la sociedad y la ética.Aunque Camila sospecha de los sentimientos compartidos entre Alejandro y su hijastra, decide ignorar las señales. Mientras tanto, Lucas, el novio de Ximena, también
Ximena caminaba con paso lento y cadencioso por las calles empapadas de la ciudad, sumida en una profunda reflexión.Las gotas de lluvia deslizándose suavemente por su rostro apenas lograban perturbar su concentración, pues su mente se encontraba atrapada en una tormenta emocional desencadenada por su encuentro con Alejandro en la discoteca.Sentimientos encontrados la consumían por completo, como olas salvajes que se estrellan en la orilla de su conciencia, al haberse acostado con alguien que apenas y conoció.Decidió refugiarse del aguacero en un acogedor café que se alzaba a pocos pasos de ella.El cálido aroma del café recién hecho y el murmullo de las conversaciones le brindaron cierta calma, sin embargo, su mente continuaba turbulenta. Como si intentara domar un enjambre de pensamientos caóticos, se esforzaba por poner orden en su interior.En ese preciso momento, un mensaje parpadeó en la pantalla de su teléfono móvil.Era su madre, quien la invitaba a su casa para conversar ace
La puerta de la habitación de Ximena fue tocada suavemente, lo cual la hizo apresurarse a abrirla.Pero al encontrarse con Alejandro parado allí, su corazón comenzó a latir con fuerza y una sensación de temor invadió todo su cuerpo.Mirando intensamente a sus ojos, podía percibir la intensa mezcla de miedo y atracción que sentía hacia él.Ximena se encontraba en una encrucijada, sabía que debía resistirse a la tentación, sin embargo, era difícil ignorar su vulnerabilidad ante él y la innegable atracción.—No te acerques —dijo Ximena con voz temblorosa y un ligero temblor en sus manos.Retrocedió lentamente hacia la fría pared de ladrillo rojo que decoraba la habitación, manteniendo una distancia segura entre ella y Alejandro.—Esto está mal, Alejandro. No podemos seguir por este camino. Va en contra de todo lo que es ético y moral.Las palabras de Ximena emergieron con dificultad de sus labios, intercaladas con suspiros agitados, como si luchara con un huracán interno.Un torbellino d