10
~ El punto de vista de Lucian
Abrí la puerta lentamente, intentando no parecer demasiado ansiosa. Allí estaba Isabella, sentada en la cama, con mucho mejor aspecto que la noche anterior. Tenía los ojos más brillantes y parecía más relajada. No pude evitar sonreír al verla.
—Buenos días —dije, con la voz más suave de lo que pretendía—. ¿Cómo dormiste?
Ella me devolvió una pequeña sonrisa, su expresión todavía un poco cautelosa.
“Dormí muy bien, gracias. Hacía mucho que no me sentía tan cómoda”, respondió, y mi corazón se llenó de felicidad. Me alegré de que empezara a sentirse más tranquila.
Mirando alrededor, noté la bandeja de comida que le habían dejado. Debió de comer bien, a juzgar por los platos vacíos. Quería que se sintiera más que bienvenida; quería que se sintiera como en casa. Una idea me vino a la mente, algo que la mantuviera cerca, a salvo. Al acercarme, le pedí permiso para sentarme a su lado y me lo permitió.
—Isabella —empecé, intentando mantener un tono informal—,