Llegamos a nuestra habitación luego de clases para un merecido descanso. Will lanzó su mochila a un lado y yo, ligado al hábito, coloqué la mía prolijamente sobre la mesa de noche.
—¿Cómo te fue? —me preguntó, acercándose para darle un beso a mi cabello.
—Bien —sonreí—. Lo normal.
—¿Mucho trabajo?
—Supongo… —dije, restándole importancia.
Me senté sobre mi cama de cara a la ventana, saqué un cuaderno para comprobar mis deberes y empecé a leerlo, tratando de que el cansancio no me distrajera.
No fue eso lo que me distrajo. Sentí las fuertes y cálidas manos del rubio sobre mis hombros. Empezó a masajearlos suavemente, provocando en mis agotados músculos un relajo estimulante.
—Estás tenso, Ethan —me dijo suavemente.
Sin saber p