CAPITULO 2 –De nuevo ella

Con la punta del arma me empuja de nuevo para que me mueva de mi lugar, al lograr subirme siento que tropiezo, pero me reincorporo gracias a la mano de otro sujeto que me tomo del brazo para que no perdiéramos el tiempo. El auto se pone en marcha, contando los segundos calculé que fueron dos horas de viaje en auto, al bajarme me quitan de la cabeza la capucha.

Aún amarrado de las manos sigo caminando, intento observar a mi alrededor, pero mi vista es bloqueada por varios hombres que se posicionan a mis costados; ni siquiera me di cuenta que estaban con nosotros.

—¿Y este de dónde lo sacaste? —una voz masculina diferente llama mi atención.

—Señor, es Arthur Robert.

—Ah, el guardaespaldas nuevo —el hombre se acerca a nosotros mientras se fuma un puro.

—Si señor. —sostiene el hombre.

Lo observo detenidamente, para que sea el señor Ivanov, no era tan mayor como lo describieron o como para ser la cabeza principal de la familia más peligrosa incluso ya comenzaba a creer que sería pan comido mi trabajo y que en menos tiempo ya estaría disfrutando de unas vacaciones inolvidables.

Si lo veo detenidamente, solo aparenta ser alguien importante, si, este tipo no es el hombre que estoy buscando. Incluso es mas joven que yo.

—No tienes pinta de ser un asesino. —se acerca a mí.

—Que mi apariencia no lo engañe. —ladeo una sonrisa. —Soy más peligroso de lo que se pueda imaginar. —y no te imaginas cuan peligroso puedo llegar a ser.

—Ya veremos. —me da la espalda. —Márquenlo con el sello de la familia. —Espero que seas bueno, porque si fallas, eres hombre muerto.

Observo de reojo que traen un anillo de hierro, es el mismo del topo que trabaja para nosotros y el mismo responsable de que lograra este puesto.

—Cuidare sus espaldas con mi vida.  —mentí para saber la reacción o que diría, esperaba que fuera una respuesta negativa de que no es el Ivanov.

—Ya lo veremos. —se aleja de nosotros hasta que se pierde de nuestra vista.

Por un momento creí que en verdad era el Ivanov pero mis instintos me decían que es demasiado débil para serlo.

El sujeto que me acompañó hasta aquí, me ordena levantar la manga izquierda de la camisa, al hacerlo acerca a mi brazo un anillo de fierro extremadamente caliente, rechinando mis dientes soporto el dolor que causó en mi al sentir el fierro caliente contra mi piel, luego lanza sobre la marca alcohol puro.

Este me mira de reojo y ladea una sonrisa cuando ve que no muestro ninguna expresión de dolor en mi cuerpo. Este dolor no es nada comparado con el dolor del entrenamiento que me dio el hombre que me saco de aquel orfanato.

—Bienvenido Arthur. —dijo limpiando el sello quitando los restos de mi piel del anillo. —Si haces bien tu trabajo, el señor Ivanov te recompensara.

Tenia curiosidad de saber quien es Ivanov, en la agencia no tenemos ni una sola fotografía para identificarlo ya que todo el tiempo evade cámaras y mantenerse en medio de multitudes grandes.

—¿Él... es el señor Ivanov? —pregunto recordando al tipo de hace unos minutos.

—No, —responde. —Él es el Sergey, su mano derecha se hace llamar el Delta.

—¿Delta?

—Así es, —se aleja de mí. —Él es el administrador de todos sus bienes. Prácticamente maneja todo cuando no esta el señor Ivanov cerca. Puede tocar todo menos a su esposa.

—Creí que el señor Ivanov manejaba sus bienes. —no tenia idea de que Ivanov tuviera esposa, eso no estaba en los informes.

—En fin —evade el tema. —Tu trabajo será cuidar de Elena Ivanov, la esposa del jefe.

—¿Qué? —suelto confundido. —¿Acaso no estaban reclutando guardaespaldas para el señor Ivanov?

—El señor Ivanov está fuera del país y su esposa se queda bajo el cuidado de Sergey pero él no puede cuidarla todo el tiempo así que mientras él está fuera, decidió que es mejor que ella tuviera a alguien que fuera capaz de soportar a la señora.

—¿Y porque necesitan protección para su esposa y no para él?.

—No tienes una idea de lo que vale esa mujer para el. —se burla en mi cara. —Cuando la veas con tus propios ojos, te darás cuenta de lo que te digo.

—Oye, y si el tiene una esposa... —trato de evadir su comentario. —¿Por qué no es ella quien maneja todo?

—Haces muchas preguntas. —suelta tajante. —Pero tienes razón, ella debería manejar sus negocios, pero es la decisión del jefe y se debe respetar.

Al parecer este tipo o es demasiado ingenuo y amable para mantener una conversación conmigo o solo quiere saber cómo soy realmente así que dejo de preguntar sobre Ivanov por ahora.

—¿Por qué buscan un guardaespaldas para la esposa del señor Ivanov?

—La señora Elena siempre se escapa de sus guardaespaldas y se va a la ciudad sin protección, por eso, estudiamos a los candidatos esperando encontrar el adecuado para ella y tú fuiste el más único apto para este trabajo. Pero debes tener mucho cuidado, el señor Aleksei es muy celoso con ella y no permite que otros la vean...

—Si ya entendí. —dije deteniéndolo. —Ni hablar, un trabajo es un trabajo.

—Así es, —afirma deteniendo sus pasos —Un trabajo es un trabajo, así que cuida tus pasos y lo que veas Arthur porque el más minúsculo error, condenará tu vida.

—No tienes que decírmelo.

No puede ser una mujer tan valiosa como dice ese hombre, tal vez solo me estuvo tomando el pelo por ser nuevo

Siguiendo sus indicaciones llego hasta la oficina de Aleksei que durante su ausencia la utiliza el dichoso Sergey, no podía pensar en otra cosa más que en el error que se cometió con la información que me dieron, ahora sería difícil llegar a Aleksei Ivanov, debía encontrar la forma de pasar del guardaespaldas de su esposa a ser el suyo.

¡Ash! Esto será más aburrido de lo que pensé, tendría que vigilar a una señora de edad que seguramente se ha cansado de Ivanov

Detengo mis pasos frente a la puerta de madera con tallados de un dragón a su alrededor, no podía entrar o interrumpir la discusión que se lleva adentro de la habitación.

—¡Estoy harta de todos, en especial de ti Sergey!

Esa voz femenina se me hacía familiar, ¿Pero de dónde?

—Aunque te canses, tendrás otro guardaespaldas y punto!.

—¡Tu no decides eso!

—Por supuesto que sí. —su voz no sube de tono ni un poco. —Olvidas que yo soy quien está al mando, tú solo eres un trofeo y debes acatar mis órdenes también.

—¡Púdrete Sergey!

Un golpe fuerte me hizo alertar que era momento de interrumpir, parecía fuera de control, aunque no me importa en lo absoluto lo que pase entre ellos, pensé que dirían algo del señor Ivanov, pero no, en cambio solo parecía una discusión marital.

—A buena hora llegas. —sonríe Sergey viendo a la esposa de Ivanov.

—Lamento la interrupción. —dije al entrar.

—Elena, te presento a tu nuevo guardaespaldas.

Su espalda me hizo delinear su cuerpo, trago grueso.

—Un placer señora Ivanov.

Cuando ella volteó no podía creer lo que estaba viendo, la esposa del señor Ivanov es la misma chica que estrelló su auto en el supermercado ayer cuando por poco me arrolla si no me hubiera hecho aún lado.

Me mira con ese par de esmeraldas que tiene por ojos, eran hermosos de admirar, pero parecen ocultar algo de todos, ella movió algo dentro de mi con solo ladear una sonrisa al verme una sonrisa perversa que me fascino demasiado algo que jamás me había pasado antes.

Ella me mira detenidamente como si recordara mi rostro en cambio yo me encuentro incrédulo que nuevamente me encuentro con ella y por si no fuera poco seré su guardaespaldas, cuando creí que cuidaría de una señora madura y con canas me llevo la sorpresa de mi vida al ver que es una mujer de algunos veintiún años al menos y por su comportamiento en nuestro primer encuentro, supe enseguida que será difícil lidiar con ella.

—Arthur, ella es la señora Elena Ivanov.

Me sigue observando, sus ojos me ven desde la punta de mis pies hasta mi rostro, su rostro era hermoso, es como si fuera la imagen de una diosa del olimpo.                 

—Un placer señora Elena. —tomé su mano para besar sus nudillos castamente sin mostrar emoción alguna en mi rostro.

—El placer es mío. —su cambio de humor me descolocó. —Espero y conserves tu empleo Arthur, porque no todos pueden lo hacen.

Esa mirada perversa me enciende, me esta provocando y lo está consiguiendo.

—Hare lo mejor que puedo. —sostengo sin dudar

—Entonces no será suficiente. —bruscamente aleja su mano.

Al levantar mi vista ella me había dado la espalda, antes de que pudiera verla a la cara, ella se acerca a Sergey y le susurra algo en el oído, al pasar a mi lado ladea una sonrisa traviesa dándome a entender que hará lo que sea para que me saquen de aquí.

—Arthur.

Giro sobre mis talones de forma lenta.

—Si señor Sergey. —fingir respeto a tipos como estos, ya no eran un problema para mí.

—Saldré de viaje junto a Aleksei, Elena no puede salir de esta casa y debes asegurarte de eso. —saca de una gaveta una caja de habano. —Asegúrate de cumplir tu trabajo.

—Lo haré señor Sergey.

—Y te advierto. —lo enciende para después inhalar profundo. —Cuidado donde pones tus ojos, sabes a lo que me refiero.

Si claro, que no me vaya involucrar con ella.

—Entiendo señor.

Me observa fijamente, luego sonríe negando con su rostro para después dejar encima de su escritorio una maleta negra.

—Tus armas, municiones, funda, adentro de esta maleta encontraras todo lo necesario. Y que no se te olvidé, esa hembra, ya tiene dueño.

El acento de los rusos es algo que tomo un mes de entender ya que al hablar un idioma distinto tienen un acento como si hablaran con la R  y a veces hay palabras que se les dificulta pronunciar.

Retirándome de la oficina, me detengo pensando para después reírme un poco ya que su forma de hablar en general es como si fuera su dueño, pobre idiota, si supiera que tiene contado sus días, desde el momento en que pise este lugar, condenaron sus destinos.

Recordando de inmediato cuál es mi misión comienzo a buscarla, ¡Mierda, ¿Por dónde se fue? Al encontrarla al pie de las escaleras me acerco a ella para dejar las cosas claras pero su voz detiene mis intenciones.

—¿Acaso tú y yo nos hemos visto? —me observa sobre su hombro.

—Es la primera vez que la veo. —mentí. —Ahora si me permite...

—No te acerques más. —su voz era como si iba a explotar del coraje.

—Es mi trabajo estar a su lado. —lo que tengo que soportar por cumplir mi trabajo. Berrinches de una caprichosa amargada. —Y aunque no lo quiera, seré su sombra. —afirmé manteniendo la distancia entre nosotros.

—Ya veremos. —vuelve a sonreír indicándome que haría imposible mi trabajo. —Aléjate de mí. —advierte una vez mas.

—No. —farfullé sosteniendo la mirada

—Te vas a arrepentir —sentencia.

Al darme la espalda la tomó del brazo para que me volviera a ver, pero al tenerla a pocos centímetros de mi rostro sentí una sofocación extraña que me obligó a soltarla, con una sonrisa se aleja.

—Tanto así lo deje de cautivado.

Hago una mueca porque se estaba burlando de mi.

Se acerca de nuevo pero esta vez contonea sus caderas, el pantalón de tela con abertura a los lados se movía de una forma candente que parecía llevar su ritmo sensual, siento la fragancia de su colonia, floral y frutal, golpean mi cara cuando la tengo a pocos centímetros de mi cara.

—¿Qué pasa Arthur?  —su respiración golpea la mía. —Parece que tiene temperatura.

—Se equivoca. —replico sin perder el control de mis impulsos. —Fue un error de mi parte tocar a una mujer que busca en un anciano el calor de su padre.

Sus ojos destilan rabia y como una niña cabreada, se aleja de las escaleras y camina a grandes pasos hacia el pasillo izquierdo, intentando mantener el ritmo y la compostura con ella la sigo detrás, al ver que iba a entrar a una habitación apresuré mis pasos para alcanzarla, pero ella lanzó la puerta contra mi cara.

—¡Carajo! —estaba tan cabreado

Cubro mi nariz con mi mano derecha por el dolor que sentí cuando me tiró la puerta en la cara, al alejar mi mano por sentir algo tibio en ella, la empuño cabreado al ver que tenía sangre. Ninguna mujer va arruinar mis planes y menos ella, si quiere que esto sea así muy bien, será por las malas.

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