Bianca estaba segura de que algo grave había pasado. Esa era la única razón por la que Dave no se había comunicado con ella en todo el día.
Quería llamarlo y preguntarle qué ocurría. Escuchar su voz la calmaría. Pero tenía miedo de molestarlo.
Con tantas preocupaciones y pensamientos en su cabeza, no logró dormir hasta la madrugada.
Esa misma noche, Natalie le envió unas fotos a Yosef. Su asistente las había tomado más temprano. Ambas estaban en la villa de Yosef, planeando en secreto cómo destruir a Bianca.
—Natalie, ¡estuviste genial! Cuando publiquemos estas fotos, todos van a creer que Bianca no tiene nada que ver con Dave. Los que la apoyaban por él se sentirán engañados. No se lo van a perdonar. Y después de eso, revelaremos el escándalo de Reese. Nadie podrá protegerla.
Natalie alzó la barbilla con orgullo.
—Sí, pero esto no es suficiente.
—¿Ah, no? —Yosef se inclinó con interés—. ¿Qué tienes en mente?
Natalie soltó una breve risa.
—Cuanto más alto suba, más duro será el golpe.