Los ojos de Dave brillaron con furia, un destello rojizo, peligroso, apareció en su mirada, haciendo que Michael retrocediera instintivamente.
Aunque Dave ya había reunido gran parte de la verdad, escucharla completa solo intensificó su rabia, haciéndola estallar dentro de él en oleadas implacables.
La traición de Rupert era imperdonable. Había asesinado a su propia familia, apuntando incluso a la inocente madre de Dave.
No solo la mató, sino que destruyó sus restos sin piedad.
La crueldad de todo aquello hizo que Dave apretara el puño con tanta fuerza que sus nudillos se pusieron blancos.
Herbert, nervioso ante su mirada, comenzó a temblar.
—Después de que tu padre murió, te enviaron a casa de tu abuelo. Desde que llegaste, Rupert nos llenó la cabeza de ideas, convenciéndonos de que debíamos deshacernos de ti, igual que hicimos con tus padres. Decía que, si seguías vivo, solo traerías problemas.
Recordando el pasado oscuro, la voz de Herbert se volvió sombría, cargada de arrepent