Con los ojos llenos de lágrimas, le suplicó a Leonel:
—Tú no lo entiendes. Es dedicado, trabaja duro y me trata con cariño. Estar con él me hace feliz y me da paz. ¿No es eso lo que tú y mamá quieren para mí? ¿Que sea verdaderamente feliz?
La rabia de Leonel creció al ver la firmeza de Bianca. De pronto, le agarró la muñeca e intentó arrastrarla al hospital. Con voz fría, dijo:
—Vamos. Puedes decirle tú misma a mamá cuánto amas a ese farsante y cómo estás dispuesta a tirar todo lo que ella construyó. Anda, cuéntale tus planes. ¿Crees que va a aprobarlos? Y de paso, pasemos por el área de psiquiatría. Me da curiosidad saber si estás pensando con claridad.
—Leonel, ¿cuántas veces tengo que repetir que mi novio no es como tú crees?
El agarre de su hermano le dolía, y Bianca se sintió herida. Las lágrimas amenazaban con salir, pero las contuvo.
¿Por qué su familia no podía confiar en su criterio? Ella solo quería estar con la persona que amaba, pero los más cercanos a ella hacían todo