Bajo la tenue luz de la farola, Bianca giró la cabeza y se encontró con un rostro molesto.
Era Haris.
—Bianca, parece que el destino sigue juntándonos —dijo con una sonrisa ladina mientras se acercaba.
Llevaba días esperándola en su camino al trabajo, y esta vez la había atrapado por sorpresa. Para empeorar las cosas, su supuesto prometido estaba con ella.
—¿Ya tomaste una decisión, Bianca? Paga lo que debes o… —Su mirada se desvió hacia el hombre alto a su lado, y su sonrisa se volvió fría.
—Haris Carter, ya hemos hablado de esto. ¡No recibirás ni un centavo de mí! —respondió Bianca con firmeza.
Haris resopló y se giró hacia Dave.
—Parece que tampoco le importas mucho.
Los ojos de Dave se estrecharon.
—¿Qué quieres decir con eso?
—¿No lo sabes? Ella… —comenzó Haris con malicia.
—¡Basta! —lo interrumpió Bianca con severidad.
Haris sonrió aún más.
—¿Tienes miedo? Entonces págame de inmediato.
Bianca soltó una risa suave antes de mirarlo fijamente con una determinación feroz que lo tomó