CAPÍTULO 31

Max sonrió, restregando sus párpados de nuevo y se despidió después, colgando la llamada.

Miró la hora en su reloj de muñeca: las 20:00 horas. Quedó en llamar a George y Lenis, a su madre y a Peter también para felicitarles, tal vez hacer una vídeo llamada con ellos, pero aún les dejaría disfrutar, era temprano allá, además, no tenía ganas de dar lástima.

Se tomó el contenido de la copa de un trago y la dejó sobre la cornisa de pared que encerraba el climatizado lugar, el cual, además de ser gigante y muy moderno, lleno de mueblería de primera calidad y actuales diseños todos grises, azules claros, negros y blancos, estaba rodeado por paredes mitad muro, mitad vidrio, con gigantes paneles cuadrados que daban la sensación de estar al aire libre, contando el techo de pérgola, hierro y cristal que permitía ver el sol en pleno día, la caída de la nieve, la lluvia y las estrellas, siendo a prueba de granizos y humedad.

El ascensor llegó a tope y abrió sus puertas.

Maximiliano se giró.

Sor
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