CAPÍTULO DOS: EL CHICO DE LOS OJOS AZULESAvy Taylor.La tarde transcurre igual de ajetreada, pero esta vez somos cuatro camareros en la sala y dos personas detrás del mostrador. Esto genera menos presión, aunque de igual manera estamos en un constante ir y venir. Siento mis músculos tensos y el cuerpo me vibra por el esfuerzo, pero la adrenalina, como siempre, me mantiene activa.Miro el reloj de pared, sintiendo un ardor en la planta de los pies. «Solo falta una hora para terminar el turno», pensé con un suspiro mental, imaginando la gloriosa sensación de llegar a mi cama y dejarme caer sin ninguna restricción.Justo en ese momento, un chico aparece en el umbral de la puerta. Nicoll, que acababa de entrar, lo mira y le hace un coqueto y discreto guiño. Ruedo los ojos, conteniendo una sonrisa pícara, por sus insinuaciones descaradas.«No tiene remedio», pensé con algo de burla. «No puede ver a un hombre guapo porque enseguida se le nota que le echa el ojo».Pero, para mi sorpresa, su
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