Punto de vista de JulioEn el momento en que la mirada de Luis se posó en mí, se me tensó todo el cuerpo.No había dulzura, ni vacilación, ni el remordimiento que tontamente esperaba encontrar.Con su mirada fija en mí, se apartó lentamente de la mujer como si acabara de recordar mi existencia."Hola", me saludó la mujer, respirando con dificultad como si acabara de correr una maratón."¿La conoces?", preguntó Luis, acomodándole el pelo tras la oreja."No, solo era amable", respondió. Separó los labios para decir más, Luis la agarró del hombro y, con un movimiento brusco, casi ensayado, la sacó de la oficina.La puerta se cerró con un clic tras ella, dejándome mirando el espacio vacío. Sentí una opresión en el pecho y mis manos empezaron a temblar ligeramente.En ese momento, me sentía acorralada, expuesta, completamente vulnerable, y sin embargo, no podía moverme. Pasó media hora, o quizás más; el tiempo se había deformado en una angustia insoportable.El silencio de la oficina me o
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