Lorenzo, sonrió con orgullo ante aquellas palabras dichas por Victoria, en efecto, él no era tan imbécil para ofrecerle dinero; las mujeres como ella no necesitaban de príncipes de capa blanca que les dieran el mundo en sus manos, Victoria Bianchi era perfectamente capaz de conseguirlo por sí misma,

Ginevra sonrió ante aquellas palabras de Laurent, una mujer como esa que describía con tanto orgullo, no era más que una mosca muerta demasiado estúpida para entender cómo funcionaba el mundo, por supuesto, el dinero lo era todo, por ello solo buscaba al mejor postor, aquel que fuese capaz de pagar

— Entonces solo has tu maldito trabajo y sal fuera de mi vista, no quiero volver a ver tu sucia cara por mis territorios. — dijo Lorenzo con enojo.— Ya lo hice, todo está en orden, pero quería verte de nuevo, pasar contigo un buen rato. — dijo Ginevra acariciando el fuerte pecho del furioso Lorenzo

La melodía resonaba con delicadeza en el bonito jardín de los Romano, las aves revoloteaban sobre las copas de los árboles que el viento mecía con gentileza aquella mañana, con sus ojos cerrados, Victoria tocaba el violín después de no haberlo hecho durante un par de días, su mente se hallaba en bla

El camino se sentía diferente, las farolas en la ciudad comenzaban a encenderse, el sol del atardecer coloreaba de tonalidades rojizas y sonrosadas las blancas nubes, creando un espectáculo a la vista tan sublime como si de una obra de arte se tratase, Victoria sentía su corazón hinchado en dicha, L